28.11.06

UN REGALO DE CUMPLEAÑOS PARA SUPER NORMAL


Un asombroso ingenio llamado “máquina para volar” ha sido construido con el fin de hacer volar a Super Normal. Queremos que vuele y que lo haga con toda normalidad. El no lo sabe. Será su regalo de cumpleaños. Lo único que nos falta por conocer es precisamente la fecha de su cumpleaños.
Sólo queremos su bien.
Pero esa fecha no la tenemos.

—Habrá que forzar la situación
—No es necesario. Pondremos la situación a salvo del esfuerzo. Mejor aún, busquemos una situación que ya haya sido forzada previamente.
—En ese caso hagamos lo que usted dice. Busquémosla.

La situación encontrada fue esta:

Dos hombres y dos mujeres empujaron un carro cubierto con lonas azules durante seis horas. Sin embargo llegaban siempre al mismo lugar cada media hora. Hasta que encontraron a Super Normal que paseaba por la calle.

—Hola, ¿es usted un señor que pasea por la calle? (al unísono).
—SÍ.
—Le hemos traído un regalo por su cumpleaños que no sabemos cuándo es. ¿Cree que hoy, por ejemplo, es su cumpleaños? Si es así, ¿sería tan amable de darse la vuelta con el fin de que podamos encastrarle una “máquina para volar” en tan sólo cincuenta minutos largos? (al unísono).
—Ustedes han traído hasta mí una situación forzada. ¿Han hecho eso?
—Si, así es. No somos mentirosos (al unísono).
—¿Esa situación, la han forzado ustedes mismos?
—No, ya venía forzada… (al unísono).
—Gracias, sólo quería saber su grado de implicación en la situación presente, en este caso una creación sin movimiento. Permítanme que lo disfrute unos minutos…
—¿Cuántos minutos? (al unísono).
—Minutos en general. Ahora estoy disfrutando mucho, ¿porqué no se unen?
—No nos ve unidos, ¿verdad? (al unísono y con voz llorosa todos).
—Se podría decir que no los veo unidos porque tratan de imponerme esa imagen de separación, pero la imposición es su propia situación forzada de autor que intenta abrirse paso entre tanta ausencia de movimiento. Lo que no deja de ser igualmente creativo, ¿se han dado cuenta de eso?
—Feliz cumpleaños cuando sea (al unísono y con una repentina serenidad).

El ciego de la acera de enfrente dice para sí:

“Ruido de coches y gente... Los charcos me devuelven la imagen de quienes todavía no han cruzado la calle. Veo a un hombre que compra castañas. Lleva un artefacto mecánico anclado en la espalda, aunque su actitud no revela nada fuera de lo normal”.

26.11.06

YA HEMOS MANDADO A ALGUIEN



Un hombre que sigue a una mujer por motivos profesionales, acaba enamorándose de ella hasta por motivos profesionales.

He seguido a esa mujer por todo el planeta y no he conseguido ver su cara todavía. Pero no me hace falta no haberla visto, haberla visto… ha berla verso. Ya ven, no consigo no dejar de hablar de ella. Mi discursito está plagado de pleonasmos versiculares. ¡La llevo hasta en la versícula!

…Y ya ven, aquí me encuentro, en el bar de una vieja estación, descifrando un pequeño enigma escondido quién sabe en qué remate de esta media de la talla M, única y definitiva prueba de su nueva desaparición…

Me recuerdo a mí mismo, hace mucho tiempo, viendo un extraño programa de televisión en el que aparecían dos hombres encerrados en una cueva bajo el control eficaz, implacable e impersonal de un campo de fuerza, en un planeta lejano. Y uno de los dos hombres dijo una cosa que no tiene absolutamente nada que ver con lo que sigue:
“Si quieres de verdad conocer a una mujer, mira en el cesto de la ropa. Lo que ocurrirá a continuación es que acabarás viajando hacia ti mismo por resonancia, y advertirás cuál lo mismo es para ambos el mundo de las secreciones.”

No. Lo que dijo uno de aquéllos hombres encerrados en aquella cueva no tenía nada que ver con eso, sino que dijo esto otro:
“Creo que estamos atrapados”.

EN EL BAR DE UNA ESTACIÓN DE TREN AL SUR DE CRACOVIA, UN HOMBRE HABLA COMO CON ALGUIEN (NO HAY NADIE) MIENTRAS CAMINA POR EL ANDÉN 2. ANOCHECE Y VA HACIENDO FRESCO.

Según leo en mis últimas notas…
No hace falta leer mis últimas notas. La primera nota ya lo decía todo:

24.11.06

VOY A VER QUIÉN ES


En algún lugar, en este mismo momento, alguien llama al timbre. Nadie abre porque no hay nadie en casa. Lo único que sabemos es que lo hacen (el llamar al timbre y el no estar).

En el caso de que hubiese alguien en casa y “fuese a abrir”, podría ocurrir lo siguiente:

—¿Quién es usted? Se lo pregunto porque no esperaba a nadie y mucho menos ataviado con esas botas de agua llenas de barro y esa pala sobre la que apoya su antebrazo.
—Soy Martín “Pollasucia” y vengo a preguntarle la hora.
—No tengo hora.
—Sí, sí que la tiene…

El señor “Pollasucia” abandona su postura inicial de indolencia relajada no desprovista de tensión animal, adoptando una nueva un poco más activa. Agarra la pala y la levanta un poco del suelo.

—…espere un momento, voy a mirar.

El que ha abierto la puerta, a quien ya podemos empezar a llama Pepe Toño, se va hasta la cocina con una cierta sensación de urgencia. La inclinación del cuerpo mientras corre por el pasillo es de unos sesenta grados, y cuando llega a su destino mira el reloj que cuelga de la pared, encima una secadora de la marca Otsein, pero no puede ver nada que le resulte comprensible en esa ... máquina. Nota una repentina necesidad de ir al baño, pero quiere acabar primero con el asunto. Ante la imposibilidad manifiesta de enterarse de qué hora es, ya que tan sólo consigue reconocer un objeto redondo lleno de simbolitos y flechas tras una tapa de cristal, decide inventarse la hora.

Es la cinco.
—Usted dice eso. ¿Porqué dice eso? ¿Quiere transmitirme un mensaje? No me han preparado para esto…
—¿Le vale esa hora? Gracias, voy a cerrar.

Y CIERRA

19.11.06

LOS QUE JUEGAN Y LOS QUE CREEN QUE NO


COMIENZO DE DISCUSIÓN DOMÉSTICA EN UN CUARTO DE BAÑO DEL QUE TODAVÍA NO SE HAN IDO DEL TODO LOS OLORES DE LA ANTERIOR DEPOSICIÓN (En el televisor del salón aparece la imagen de un vampiro muy bien vestido que surge de la oscuridad avanzando hacia el espectador con una expresión que revela una seriedad sin paliativos)

“Es que tú lo ves todo muy fácil”

Si, probablemente lo vea todo muy fácil. Pero, ¿es eso un delito?
Parece que se acepta mucho mejor el verlo todo muy difícil. Alguien así merece toda la aprobación y se le dice a los niños: “mira ese señor y su pesada carga… estudia mucho para que el día de mañana no seas como él, que por cierto es muy bueno muy bueno, pero mira todo lo que la vida le hace”.

Sin embargo cuando ha estudiado lo suficiente (generalmente por su cuenta) para librarse de la pesada carga heredada y consigue verlo todo de una manera más sencilla, es decir, más fácil, se le condena inmediatamente: “tu sigue así y verás…, que te crees que todo es muy fácil”.

HAY QUE PARAR ESTO

Las personas que piensan que el mundo es impredecible, inseguro, sometido a constantes cambios que imposibilitan la fijación de ninguna cosa, lo que equivale a decir que no tenemos control sobre ningún ponderable que pueda surgir en cualquier momento de entre los matorrales, esas personas (muchas) deben comprender cuanto antes que tienen razón, que todo eso es cierto. Y después que vayan a un balneario húngaro a curarse los catarros que están todos sin curar.

¿Porqué preocupa tanto el cambio constante? Si no es otra cosa que el Gran Juego, el juego de los besos y las hostias, pero sólo si se quiere ver así. También se puede ver sin más como un juego. Es lo que hacen los niños, antes del cercenamiento de su impulso primigenio por parte de los que han renunciado al juego (porque no es serio).

Pero los que creen que no juegan, juegan también. Juegan al juego de no jugar. Es un juego que requiere escasos movimientos de ficha. A algunos, con mover una vez les basta. Sólo quieren estar tranquilos dentro de su contenedor coleccionando momentos de tranquilidad hueca que luego ponen en fila india con el fin de librarse lo más posible de disgustos y desgracias.

El dolor es parte del juego, es parte de la ilusión. El dolor no es peor ni mejor que el placer. Son casillas de residencia temporal donde uno espera su turno. La espera es también juego. Es la bendición del juego. La espera sirve para aprender que no hay espera. No hay que esperar nada. Ese lugar situado entre turno y turno, es el lugar donde el jugador se convierte en juego. Y es en ese momento cuando el Juego se encarga de todo.

—A mí me ha tocado la casilla 15 que dice: “Ha dejado de prestar atención a lo que hace. Su mente estaba intentando arreglar un problema que presumiblemente tendría su aparición en un futuro cuajado de dudas, descuidando el paso mientras paseaba al borde de un precipicio. La situación resultante es: caída por un barranco y rotura de todos los huesos del cuerpo sin excepción.

—A mí me ha tocado la casilla 17 que dice: “Vuelva a la casilla de salida”.

O también

HOSPITAL MILITAR

—Ahora que me toca morir presa de dolores y calambres continuados, me doy cuenta de que es esta muerte lo que más he temido durante toda mi vida. Según mis convicciones adquiridas, voy a dejar de existir. Se acabó. Se acabó todo para mí. Lo curioso, es que llegado este momento, nada me horroriza, tal como supuse durante tantísimos años. Todo lo contrario. Ahora le toca el turno a otro, después a otro, y después a otro, y así hasta que todos los seres se hayan turnado durante millones de turnos, hasta que el universo se extinga y quizá nazca otro, o infinitos, o que quede nada más que la más absoluta nada por siempre jamás.

Y después de advertir que nada tengo que ganar ni perder, una pregunta aparece: ¿a quién le importa todo esto? A nadie, y eso es lo mejor de todo.
Es lo que me permitirá seguir jugando aún después de muerto.
Jugaré en otros cuerpos, en otras formas, en otros colores, en otros mundos, y ¿qué quiere decir eso?
Que el juego soy yo.

14.11.06

EL CONCIERTO


Los músicos suben al escenario que se encuentra a mil metros sobre el nivel del mar. El nivel del mar se encuentra a mil metros sobre el nivel de la tierra, así que la única manera de ver el concierto en el que unos músicos mueren ahogados, es ahogándose todos (músicos y público) al mismo tiempo.

El concierto tiene una duración mínima. Tiene que dar tiempo a desarrollar una extraña modalidad artística cuya única finalidad es lograr un final definitivo.
Un único acto ha de aglutinar un principio y un final. Se ha eliminado la transición. Pero un problema ha aparecido: el principio y el final se han convertido en la misma cosa. Sólo se sabe el principio del principio y el final del final. La naturaleza del centro se desconoce, pero curiosamente no se ha encontrado límite a la propensión a ignorar este hecho.

Nada de todo lo anterior importa.
Nada de todo lo anterior importa.
Nada de todo lo anterior importa, etc.

Los músicos se ahogaron mientras subían al escenario.

Si un día se volviese a repetir esta circunstancia, se suprimiría el escenario. Y los músicos. Y aún los espectadores. Sólo quedaría el acto, y ni siquiera eso, quedaría tan sólo la presenciación del acto. En este momento.

9.11.06

ALGUIEN ESTÁ MUY CÓMODO EN UN CESTO


Cuando el mamífero despertó, según cuentan, volvió a dormirse inmediatamente ya que la “situación sueño” parecía a todas luces preferible.

¿Cómo podría un mamífero darse cuenta de que vive en un sueño si todo está configurado para señalar lo contrario?

El sueño es el sueño de vivir en un sueño. No hay tal sueño, es tan sólo un juego de palabras. Las palabras son un juego. Constantemente jugamos a ese juego pero no parece que la diversión esté siempre asegurada. Hay gente que llora amargamente cuando juega a las palabras.
Bolsitas de significados consensuados lanzados al aire con el propósito de que ese aire manipulado sea respirado por otro.
El otro, no por ello va a respirar más o menos. Respirará lo que respire. Y en ese respirar está incluidas las manipulaciones del aire.

Una canastera se acerca hacia aquí. Lleva sobre su cabeza un par de recipientes. Los seres de cabezas prensiles que buscan un cestito donde cobijarse, piensan: “prefiero un cesto, pero si no hay cesto, también me vale una tinaja o incluso una neverita portátil con todos los alambres colgando. No soporto más estos constantes temblores”. Una vez a bordo, esos pequeños mamíferos cuneiformes gimotearán hasta la extenuación. Por eso la canastera cubre los canastillos con pañuelos. Y luego, sigue cantando…

Cabría concebir una alternativa a la sensación de que nos movemos por el espacio, y sería ésta: las cosas sencillamente se hacen más grandes o más pequeñas. El que ve esto, nunca se ha movido.

8.11.06

CONFESIONES


(Dr. Roëgter, después de un largo retiro en el “Sótano 2“)

“Amada Berta, cuánto es esto que ocurre, y la verdad es que ocurre muchamente. Quizá hayan sido mil las posibles explicaciones que me he dado para poder entender, aunque sea un poquito, los mecanismos que guían tu extraño comportamiento. Y después de agitar mi cerebro hasta la extenuación, he llegado a la conclusión de que la Comprensión sólo tiene dos posiciones: on y off. Mi posición por defecto, ha sido hasta ahora off. Esto me ha deparado un sufrimiento inatenuable.

Llevo ya mucho tiempo encerrado en este sótano… aunque es bien cierto que aquí tengo todo lo que necesito hasta que mi muñeco pudra. La necesidad no es necesaria. Es accesoria. Lo mejor es colgarla de la pared para que haga bonito. Las visitas no advertirán su monótona presencia.

Berta…
Nada de todo lo que ha habitado mi cabeza dejaba rastro alguno cuando intentaba situarlo en algún lugar del espacio conocido. Nada de todo eso importa. Mi amor por tí no te necesitaba a tí, pero al mismo tiempo eres de la misma naturaleza de mi querencia. El Universo nos ha puesto en el mismo sitio al mismo tiempo, el tiempo que hemos ido inventando para que nosotros sigamos inventándonos… Sólo tú me inventabas y yo te inventariaba (¿qué es esto, una tienda de embutidos?).

He estado muerto de tí y ahora revivo para darme cuenta de cómo la rueda interminable que me ciega con sus inercias, no es más que una rueda que está perfectamente diseñada para rodar, y al comprender el funcionamiento perfecto de la función que reproduce en una extraordinaria sucesión de repeticiones cansadas, me he dado cuenta de que el cansancio lo he puesto yo. ¡Qué gran revelación!

Nunca he estado más cerca de tí que en este momento en que te nombro sin decir tu nombre. Tu nombre es una forma que se ha fundido en un color que ya no sé de qué color es. No quiero saberlo. Sólo quiero sentir el color sin el color, lo que no equivale a decir “cualquier tonalidad de la familia de los pardos”. Dejemos esto de los colores.

Rojo. Y azul pálido con arena. Marfil y grafito, rosa y gris… Y todo junto visto desde aquí.
Desde aquí he visto el funcionamiento de las cosas. Nosotros somos las cosas que vemos, pero no nos vemos funcionar al mismo tiempo. Eso sólo puede verse en tiempos distintos. Nuestros tiempos se han separado.

He quitado el tiempo y me he disuelto en tí.”

5.11.06

EL PASEO (LLUVIA DETRAS DE LA VENTANA III)


Qué paseo tan… paseo…

Un paseo normal desactiva una zona del cerebro todavía inexplorada por el muñeco, no así por su humano asociado. El humano asociado sí ha explorado esa zona: encontró una barra de labios que en realidad es un bolígrafo, una goma que huele a aquellas gomas de nata, una matrícula de coche recortada de una revista cuyos protagonistas principales eran un par de loros chocolateros, y un muelle pequeño. Lo volvió a meter todo ahí dentro de nuevo, lo agitó un poco, y se olvidó del asunto unos dos o tres minutos… luego, con la naturalidad que da la ausencia de autobstrucción, le llegó la verdadera cosa que eso es.

Paseando…
Paseando sólo hay paseo. De otra manera no sería paseo.
Se pasea para pasear, para que fluyan los pensamientos sin una atención implicada…

Después del paseo todo es diferente
Antes del paseo todo es diferente también
Incluso durante el paseo todo es diferente
Diferente ¿de qué? Cambiemos diferente por diverso, que además suena más divertido.

Hay ahora mismo, en algún lugar,
un paseante solitario
sin paseo y sin soledad.