28.8.08

ES BUENO VERSE EN VERANO


Habiendo dado por concluido aquél domingo Victorino Peláez bajó de su SEAT 124D y se dirigió a su domicilio habitual. En el momento de dar la espalda al vehículo se encendieron los faros en el modo “largas”. Victorino se gira y las luces se apagan. Vuelve a su posición de “yendo a casa a dormir” y las luces se encienden de nuevo. Peláez se gira por segunda vez y de nuevo las luces se apagan. Y así durante unos cuantos giros. “Mañana llamaré al concesionario para preguntar si el vehículo tiene alguna función extra que ahora mismo desconozco”, se dijo. Cuando Peláez traspasó la puerta de su casa, las luces del vehículo se apagaron definitivamente.

EN EL CONCESIONARIO

—Señor Peláez, me alegro de saludarlo de nuevo, por favor, siéntese. Y bien, ¿en qué puedo ayudarlo?
—Quisiera preguntarle si mi coche incorpora algún extra que no aparece en el libro de mantenimiento.
—Ah, ya lo ha averiguado…
—¿Qué he averiguado?
—Bien, aquella mujer desaparecida el pasado invierno entre las nieves de Islandia se está manifestando a través de su coche. Me dejó un escrito antes de su partida informándome de que esto podría llegar a suceder y que, de producirse tal circunstancia, me encargara personalmente de transmitírselo a usted. Si le parece voy a entregarle, señor Peláez, estas breves instrucciones que ella me dio antes de partir hacia ese viaje… hay también una breve nota en la que se sugiere estudiar con detenimiento el mapa de señales luminosas que aparece grapado al dorso.
—Gracias, es usted un verdadero profesional.

Victorino viajó alegremente por todo el país en compañía de aquella presencia luminosa, durante aquél verano en el que tantas cosas sucedieron tanto.