19.7.10

LA PENÚLTIMA MUDANZA


Cuando por fin se dispuso a recoger los bártulos, Rufino echó un último vistazo a lo que hasta ahora había sido su casa y pensó que lo mejor era no pensar en nada, pues a estas alturas ya lo había pensado todo. Así que la dejó ir, o más bien se dejó ir a sí mismo.

Tanto fue lo que se fue, que pareció que nunca se hubiese ido, y a pesar de la templada solvencia con la que parecía estar yéndose, al cabo unas cuantas semanas de no irse del todo, decidió seguir haciendo como si se fuese, instalándose temporalmente en la jamba de la puerta. El felpudo de brezo sintético apenas le cubría los lumbares durante las noches, lo cual no le permitía un descanso completo, mas de momento nada más pudo hacer, aparte de lo que ya estaba haciendo que era, todo hay que decirlo, lo que a fin de cuentas estaba haciendo.

Y así pasaron semanas, meses, años, décadas, siglos, años luz y eones, hasta que llegó a las regiones del no tiempo, donde por fin dejó de irse, o más bien dejó de intentar irse (lo cual le liberó de una pesada carga), o lo que es lo mismo, estableció su residencia definitiva en el lugar donde siempre había residido: aquí mismo.

3.7.10

PARA NO PERDER LAS LLAVES


Del "Vademecum de metodología doméstica"
del Dr. Röegter.


No basta con cerrar mucho los ojos y realizar una autoproclama al respecto como si se tratase de expulsar demonios del estómago al estilo: “¡Nunca más volveré a perder llaves, así quede estrangulado mi entendimiento durante ciento veinte años!”. Los efectos son aparentes pero no arraigan.

Cuando uno saca las llaves del bolsillo con el propósito de abrir o cerrar una puerta, no ha de hacerlo de forma maquinal sino con la máxima atención, para lo cual se recomienda ser consciente de:

1. El lugar donde se encuentra originalmente guardada la llave, sentir su familiaridad.
2. El desplazamiento de la mano hasta que entra en contacto con la llave.
3. El contacto con la llave.
4. Observar con atención todo el proceso de extracción y las implicaciones emocionales (esperanza, fabulación, ensueño...) derivadas del acto de sacar la llave fuera de su refugio.
5. El acto de abrir, y sus correspondientes efectos en el entorno.
6. Sentir la llave entre los dedos en todo momento.
7. Sacar la llave de la cerradura y prestar especial atención en el momento de guardarla de nuevo en el lugar seguro asignado que, dicho sea de paso, HA DE SER SIEMPRE EL MISMO.
8. Verificar el tejido interno del bolsillo en busca de posibles fisuras (lo mismo es válido para cualquier otro receptáculo, cualquiera que sea su naturaleza molecular).
9. Sacar la mano limpiamente del bolsillo asegurándose de que no quede ningún dedo o trozo de ropa enganchado con la ferretería.
10. Comprobar a continuación la presencia volumétrica de la llave en el interior del bolsillo con palpaciones digitales periféricas.
11. Antes de abrir o cerrar la puerta ha de interponerse un pie, o la pierna, o medio cuerpo, o poner trancos generosos a fin de evitar un cierre accidental, pues la llave podría no encontrarse en el bolsillo esperado en el momento del cierre.
12. En caso de riñoneras u otros refugios artesanales e incluso industriales (y aún siderúrgicos), asegurarse de cerrar cremalleras, velcros, botones, imperdibles o costuras militares cada vez que se saque o se meta la llave, independientemente del número de extracciones o retornos de la misma.
13. Anotarlo todo con minuciosidad en un diario a ser posible con letra legible.
14. Crear grupos de trabajo con el fin de alentar la creación e implementación de hábitos saludables con respecto a la salvaguarda y uso seguro de llaves.
15. Visitar con asiduidad granjas para llaves u otros establecimientos profesionales.

CÓMO PROCEDER CUANDO LA LLAVE ESTÁ FUERA DE SU REFUGIO

Es preciso hacer un barrido visual del entorno antes de la extracción a fin de detectar aberturas peligrosas como alcantarillas (siempre hay alguna al lado de la puerta del coche), ventilaciones subterráneas, simas urbanas, etc.

Nunca sacar llaves en ascensores, pues la propensión de éstas a escurrirse por la rendija del falso suelo es muy elevada. Si no hubiese más remedio, realizar la extracción con la máxima cautela manteniendo la ferretería lejos de la puerta. Envolver la llave rápidamente en pañuelos y cerrar fuertemente las manos en torno a ella. En el momento de la apertura una vez el ascensor ha llegado a su destino, salir de espaldas manteniendo la llave en el interior del habitáculo con los brazos extendidos hasta el último momento.

EL ÚLTIMO MOMENTO

Es conveniente dejarse caer de espaldas hacia atrás con las manos pegadas al pecho usando la parte frontal del cuerpo a modo de escudo protector hasta que la llave alance con éxito la zona de seguridad.

Si esto no pudiese ser soportado a causa de debilidad de carácter u otros desvíos condicionados (todos), echar la llave sin más por la rendija del falso suelo. Con dejarla caer descuidadamente en cualquier sitio dentro del ascensor es suficiente, pues una fuerza extraña la arrastrará graciosamente hasta la rendija, y la gravedad se encargará de entregar la llave a las profundidades abisales más vacías de los subsuelos.

Para terminar, un consejo más:

Nunca hacerse cargo de las llaves de otros siempre que éstas carezcan de copia y hayan de ser devueltas, sobre todo si a continuación ha de realizarse algún viaje prolongado a un lugar lejano.

En ese caso es preferible dárselas a un bebé que haya por el parque mientras se va paseando, o tirarlas a un charco sin más.