24.2.06

EL CIENTIFICO QUE ESTABA MUY ANIMADO


Acababa Babá de babear al paso de la comitiva de los postres cuando Babá se dió cuenta de que llevaba ayunando Babá varios días. Se había Babá prometido que no probaría bocado al menos durante todo el otoño. No sabía Babá si esto era mucho o poco tiempo, pues nunca había Babá ayunado. Dábale igual a Babá esta falta de previsión, su voluntad era sólida, con eso le bastaba a Babá.
Cuando el bobo de Bebo Yonson echaba los últimos puñados de tierra sobre la tumba de Babá, allá por mediados del otoño pasado, comprendimos Bebo y yo, que cuando Babá no bebía, no era por falta de sed, no. Babá no bebió porque no vió Bebé (¿Bebé?) que beber fuese fundamental para mantener un ayuno prolongado y al mismo tiempo bebe bababar babab bebo bebiendo dobe bebebebeb beeeeeeeee beeeeeeeeeeeeeeeeeee be be be be be be beee ¡eb!
Da igual, solo sabemos que Babá no bebió. ESTO SI QUE ES UN HECHO INCONTROVERTIBLE.

23.2.06

EL DESPERTADOR


Estando dormido no te das cuenta de que llaman a la puerta hasta que despiertas. Cuando despiertas y vas a ver quién es, preferirías no haberte despertado, y no por ser quien es, sino por cuándo es. En cualquier caso abres la puerta y dices: "No, aquí no es, se ha equivocado". Regresas a la cama y te das cuenta de que ya estás en ella. Tu conciencia se ha desplazado a otro cuerpo que sabes que es EXACTAMENTE IGUAL QUE EL TUYO, así que debes de estar dormido a juzgar por la tira de baba seca que se encuentra adherida al cuello, tu cuello. Tras unos momentos de confusión decides seguir despertándote mientras haces el desayuno (¿dos desayunos?).


Ahora que todo se trasladó al recipiente de los recuerdos, me pregunto si aquél pequeño incidente no habrá tenido algo que ver con mi reciente aversión a los timbres. Oigo timbres a todas horas, como despertadores de los antiguos. Así que he decidido apagarlos todos; por muchos que parezcan ser, los acabaré apagando todos. A estas alturas, ¿te das cuenta (me digo) de la cantidad de seres parecidos entre sí que habrán sido despertados? Y ellos sin saberlo, pues lo de los timbres se descubre más tarde, cuando el sonido se independiza del objeto que lo produce.


En fin, voy a ver quien es.

22.2.06

NO APAGUES LA LUZ TODAVIA


La historia que voy a contar ocurrirá mientras la cuente. Así que adelante con la historia:

Pepe Toño, pues así acabo de decidir que se llama ese señor con cara de ocupado aunque sin señales aparentes de preocupación, entra en la sala de reuniones de la Compañía Intercontinental de Betunes y Linimentos & Asociados con un montón de carpetas bajo el brazo y dos estanterías portátiles sobre el brazo. Solo tiene un brazo y por lo que se ve bastante operativo.
—Disculpen el retraso. ¿Lo van a hacer?
—Si. Lo vamos a hacer (el disculparle).
—Bien, tras largas horas de estudio, he dado con la solución al problema que ha paralizado esta empresa durante los últimos 30 años. Es preciso que vayamos todos a la cárcel cuanto antes. Aquí les traigo un mapa de la región, el horario de autobuses para quien no quiera ir en coche y mudas limpias. Salimos ahora mismo si les parece. No hace falta que se despidan, pues me he enterado de que el régimen de visitas de la cárcel que nos corresponde es muy generoso. Yo no voy a acompañarles porque estoy tan compungido que voy a encerrarme a oscuras en este despacho muchos, pero que muchos días. No, no digan nada, ya lo he decidido. Y cuando salga de aquí, si es que alguna vez lo hago, estaré muy triste, pero no se preocupen, ya les iré a visitar de vez en cuando. Bueno, eso es todo, adiós.

En ese momento hubo un eclipse de sol que sumió la ciudad en una espesa negrura. Una vez terminado, la ciudad permaneció sumida en una espesa negrura. Esto nos hace pensar que el eclipse es un fenómeno aislado que no incide necesariamente en el grado de luminosidad de la ciudad, al menos en el momento en que se produce.
Quizá lo que en realidad ocurre, es que cuando la ciudad se apaga se produce un eclipse.
De hecho, la noche no deja de ser un eclipse.

¿ALGUIEN SABE QUIEN ES ALGUIEN?


Alguien me dijo en cierta ocasión: "Acabas de atropellar a un Pepe Toño". Pero eso no era cierto, pues debido a una singular estructuración molecular, tengo textura y color de algodón de feria, y mi peso es un valor apenas ponderable. Por esta razón solo floto en el aire cuando hay brisa o alguien conecta un ventilador, o cuando alguien tose o estornuda, o aún cuando suspira. Se da la circunstancia de que ese alguien es todo el rato el mismo alguien. Yo nunca lo he visto, aunque puedo sentir su presencia detrás de mí en este momento. Observen:
—¿Hay alguien ahí, concretamente detrás de mí?
—¿A cual de las dos preguntas respondo?
—A la primera ya no es necesario, y a la segunda da igual porque debido a mi singular morfología ni siquiera puedo saber donde me encuentro yo en relación a mí. De todas formas ¿puedo hacer otra pregunta?
—Si
—¿Estoy delante de tí en este momento?
—A eso no puedo contestarte, es mejor que sigas viviendo sin referencias. Pero no te preocupes, atropellar Pepe Toños en tu caso no es malo, ellos ni se enteran. Solo distinguen objetos visibles.

Para poder ser alguien se necesitan al menos estas dos premisas:

1 Que enferme dentro
2 Que enferme fuera

El resto no es nadie