23.4.13

EL VENTUROSO DESTIERRO DE BEBÉ YONSON



EL PROTOCOLO

Una vez leídas y aceptadas todas las condiciones, y de haber dejado el documento sobre la mesa y de haber entregado el bolígrafo, y tras un breve instante de duda, Bebé Yonson, "el muñeco que se dio cuenta" parte para el destierro. En esta ocasión ha elegido el traje completo de "payaso que abandona el escenario arrastrando con abatimiento una silla". Sin embargo algo similar a una llama arde en su interior, ¿cabe mayor dicha?

Bebé Yonson finalmente obtiene su línea de tiempo natural y se asombra de lo que allí observa. A la luz del nuevo conocimiento, lo que parecía tan sólo una débil muestra de semivida inducida y autosostenida, se convierte ahora en el único mapa fiable del tesoro: la obtención de su alma. Con todo, su nivel de consciencia no parece suficiente para los requerimientos de la nueva situación. Así que decide pedir asistencia.

CONVERSACIÓN POR TELÉFONO DE JUGUETE

—¿Sí?

—Buenas tardes, soy Bebé Yonson. ¿Podría hablar con el Constructor?

—Soy yo.

—Hola.

—[     ]

—Necesito saber mi número de serie para de iniciar una nueva semivida en otro sitio que no sea este, pues he sido desterrado.

—Su número de serie está en un pliegue interior de la goma inguinal izquierda. Tendría que volverse del revés para verlo, pero ¿por qué necesita iniciar una nueva semivida? ¿No le vale con un receso inducido convencional? Ya no tendría que preocuparse por nada. Nunca. Obtendría la paz eterna, pues ahí ya no habría nadie para testificar cosa alguna.

—La paz no es nada si no hay nadie para experimentarla.

—Lamento decirle que usted, al ser tan sólo casi alguien, jamás experimentará nada del todo. ¿No es suficiente sufrimiento para usted saber que nada será del todo? Semipiénselo.

—Ya estoy tan acostumbrado a la semiexistencia que un porcentaje de todo, para mí es todo.

—Lo que dice no me importa mucho. Prefiero seguir comiendo pelusas.

—Deme el código y no seguiré perpetuando su mentira. O mejor aún, deme el código sin más.

—Aquél experimento fallido nunca debió existir, pero ya que sucedió hay que neutralizar las consecuencias de la manera más eficaz. No podemos permitirnos una fisura.

—Siento disentir, pero ese experimento fue un éxito, ¿no se da cuenta de que me he dado cuenta? Sólo estoy pidiendo una oportunidad para trascender la goma. Quiero ir a un mundo en el que un muñeco pueda tener un muñeco. Sabré cómo cuidarlo, conmigo podrá escoger la postura que desee para cada situación, le haré un gorrito de fiesta y jamás lo echaré a los perros.

—Muy bien, métase en ese balde y tápese con la lona, ahora le van a trasladar a la sala de interrogatorios. Le deseo un feliz tránsito.

EL INTERROGATORIO

—Hola. Soy el señor Cono, ¿cómo se encuentra? No intente bajarse de ahí, y menos con los ganchos puestos, no lo voy a entretener mucho. Le contaré una historia:

"A alguien le sucede algo". ¿Qué le parece?

—Gracias señor Cono, pero ¿me podría dar más detalles?

—He tenido en cuenta la totalidad de los pormenores en la historia que le he relatado y no creo haberme dejado nada.

—Entiendo, por lo tanto está usted implicado según veo. Así que no puede retenerme sin retenerse a sí mismo también.

—Correcto, pero se da la circunstancia de que la retención es la única alternativa de que disponemos para continuar con vuestra existencia. El muñeco es un humano retenido, no lo olvide.

—Mi aspiración no es llegar a ser un humano semicompleto, sino un muñeco integral. Le agradezco su tentativa de operar por el bien común de los suyos, pero como puede observar yo no pertenezco a su especie. Vea cómo sucedo en su mente y hágase a un lado, la goma está a punto de estallar.