17.8.09

¿TE ACUERDAS DE MÍ?

—Adelante, cuénteme su sueño.

—La habitación era una enorme lata que se enrollaba inversamente sobre sí, como si la realidad visible se fuese plegando sobre sí misma engulléndolo todo a su paso, incluyéndome a mí. Como si todo se fuese colando por una pequeña abertura. ¿Se acuerda de esa escena de la pantera rosa cuando se encontraba limpiando su casa con una aspiradora hasta que acabó aspirándose a sí misma?

—Sí, la recuerdo.

—¿Y en ningún momento se sintió sobrecogido ante la fuerte paradoja que ello representa?

—Quizá… en algún momento sí. Pero decidí disolver esa perversión conceptual remitiéndome con verdadera voluntad a su presunto propósito original, el de producir gracia.

—Vaya… ¡Pues allí estaba yo, luchando por zafarme de esa amenaza, buscando cualquier salida a aquella ratonera!, ¿pero sabe qué ocurrió?

—Sí. No lo se.

—Pues ocurrió que efectivamente aquello me tragó, y tras un chasquido me encontré repentinamente suspendido de una antena de radiaciones UMMA y a punto de caer a la vía.

Me dejé caer.

Caí y el tren llegaba.

El tren llegó. A renglón seguido todo fue oscuridad.

A lo lejos se vislumbraban como (a falta de una expresión más adecuada) “sombras luminosas que parecían transitar en un fluido”. Entonces apareció quien yo pensé que era otro, pero lo que en realidad sucedió es que aparecí yo mismo, ¿se da cuenta? Aparecí por primera vez en aquél momento. Así que todo lo que pensaba hasta entonces que era yo, desapareció en las regiones más remotas de la memoria.

—Y bien, aquí está usted, siendo “el que no soy yo”, ¿no es así?

Ahora que esto ya es así, hagamos, quiero decir, haré algo que nunca he hecho, pues yo entonces todavía era usted, ¿se acuerda?, quiero decir, ¿me acuerdo?

Haré lo que hago.