25.2.09

LOS DOS ASPECTOS DE LA MISMA COSA


Queridos muertos presentes, ahora que el miedo a la muerte ha desaparecido, ¿qué parecer nuevo tenéis acerca de vuestras vidas pasadas con todos aquellos pareceres sesgados a causa de la ausencia de esta información que ahora al fin poseéis?

19.2.09


Créanme si les digo (no lo hagan si no lo hago) que en el Polo Norte hay selva. Yo la he visto con mis propios ojos: vegetación espesa, aves exóticas, insectos del tamaño de un aguacate, temperaturas incuestionablemente tropicales, y a pesar de que toda la documentación ha sido quemada o extraviada, no podemos evitar un profundo y renovado sentimiento de asombro cada vez que recordamos aquellos gloriosos días en los que éramos tan inconscientemente jóvenes que no conocíamos todavía el poder del autosabotaje…

Tan sólo hacíamos lo que queríamos hacer hasta reventar de plenitud, llegábamos hasta donde hiciese falta asistidos por una creatividad sin límites, pues no existía otro propósito que el de trasladar nuestras imaginaciones al mundo físico haciendo un uso creativo de sus leyes.

Partimos desde Alaska aprovechando el glaciar que por aquél entonces se había formado y que llegaba hasta los mismísimos hielos polares el 13 de octubre de 1947. A pie. Nueve personas andando sin más a través de los hielos durante meses. Nueve personas preparadas especialmente para la ocasión. Tuvimos que pasar por duras pruebas antes de iniciar la expedición, como andar de rodillas por el interior de una cámara frigorífica modelo Brahuer durante períodos de tres semanas con descansos alternos no superiores a la media hora, bombardeados constantemente por ventiladores gigantescos que soplaban salvajemente desde todas las esquinas, sin comer, sin beber y sin dormir, coqueteando con el punto de no retorno…

Eramos conscientes de las grandes dificultades a las que habríamos de enfrentarnos: llegar de la manera más incierta y desconocida hasta el centro mismo del Polo Norte y ver qué pasa. Allí, a pelo, sobre el terreno, con todo el increíblemente horroroso frío húmedo dándonos obstinadamente en la cara, penetrando a través de nuestra capa protectora de grasa una vez rebasada la protección de los cueros, sin poder a penas ver nada entre vendavales blancos, grises, febriles y oscuros, el ruido era ensordecedor…

Y de pronto todo comenzó a transformarse a medida que avanzábamos, el infierno gris fue desapareciendo en favor de los colores, enseguida nos encontramos caminando sobre flores y piedras preciosas, aves exóticas volando junto a grandes mariposas de alas tornasoladas, ríos con peces dorados, cascadas de agua dulce entre rocas con mantos de verdín y líquenes violeta, el aire emitía fragancias florales que inducían al enamoramiento y hubo un momento en que sentimos que toda nuestra vida nos había conducido hasta el lugar donde estábamos, o quizá debería decir al estado en que nos hallábamos…

Estimado gobernador de Kutsia y demás miembros del consejo, pronto nos encontraríamos con maravillosas criaturas que nos acogieron, nos enseñaron, y nos deleitaron con sus manifestaciones afectivas durante lo que experimentamos como una eternidad, pues el tiempo no tenía lugar en aquél sitio…

Lo único que me gustaría que considerasen es la posibilidad de que dejen de quemar y extraviar documentos y vayan a ver el asunto por sí mismos. Pondremos a su disposición los registros cartográficos que todavía habitan en nuestra memoria, y estaremos encantados de ayudarles en lo que necesiten.

Sepan que cuando regresen serán recibidos con los brazos abiertos.

11.2.09

SYDERIOS


Líneas en el espacio, livianas y níveas líneas de luz diamante.

De cómo llegué hasta aquí ignoro hasta los más nimios detalles, todo se esfumó repentinamente una tarde mientras leía un libro en el baño. Sencillamente aparecí aquí, entre los cuerpos celestes, más allá del Cinturón de Baulio, de cuya existencia ningún libro ha hecho mención hasta la fecha con la salvedad del Códice Rosso: “Y se llegarán hasta el cielo noveno tras agitadas condiciones sin impostación ni desmesura, sólo en ese momento se abrirán las puertas de Baulio.”

Ahora que sucede esto, observo de forma directa la agradable liviandad de todo, en la cual parece que estoy implicado.

El mayor implicado diría, por no decir el único implicado, el único testigo, ¿será cierto esto? Sólo yo puedo saberlo. Ojalá lo supieras tú, pero aquí tú no eres sino la manifestación de un pensamiento, una presencia dentro de una presencia.

Ahora entiendo esa textura de conciencia siendo todo el rato en unicidad autorrefenciada que anhela la otredad y la inventa desde su propia fragmentación. Más tarde se hará el camino inverso: la yoidad y la otredad querrán fundirse en la unicidad y vuelta a empezar, hasta que esa textura de conciencia encuentre la plenitud, aunque acaso no pueda experimentar tal sentimiento a causa de su condición de rostro original.

Quizá no pare nunca.

5.2.09

UNAS PALABRAS SOBRE LA PUBLICIDAD

Dos anuncios spam aparecidos en el correo web (traducción atribuida a máquina):

1. “En la lluvia, que el reloj en tu muneca? Usted puede olvidar su miedo, como nuestros relojes son de agua y servira como la marca. Obtener uno de ellos y perder todas sus dudas. De relojes 100% con su y las imagenes completo de una verdadera”.

2. “Manana tiene que vestirse para una cena importante. Pero que debe hacer si usted puede permitirse el costoso original para todos los relojes de estos trajes? Si usted deberia o no ser nuestra replica de reloj, porque tienen miedo de que su material se calmarse bastante pronto?”

EN EL RECIBIDOR DE UNA CASA NORMAL

—Quiero esos relojes, pues aún sin tenerlos todavía ya puedo intuir lo tranquilo que voy a vivir después de su adquisición. ¿Cuánto valen? No cierre todavía el estuche.

—¿Cuánto está usted dispuesto a pagar por ellos ahora que ya se le ha trasmitido la información?

—Mil dineros. Es todo lo que tengo.

—Bien, aceptado como parte (cierto que bien pequeña) del pago. El resto ya lo irá pagando durante el resto de su vida, los relojes (que son muchos) serán suyos cuando muera, ¿está conforme?

—No quiero tanto esos relojes.

—De acuerdo, ya hemos encontrado el límite, ¿qué le parece quedarse con la mitad de los relojes durante la mitad del resto de su vida? Eso le costará el doble, pero la satisfacción será cuádruple, ya que nosotros estaremos el doble de contentos. ¿O es que no le importamos?

—Sí, ustedes me importan y les quiero tanto o más que a sus relojes, pero háganse cargo, se trata de mi semivida… no quiero tener más miedo… ¡deme un reloj, sólo uno!

—Está bien, usted gana. Le damos un reloj y sólo tendrá que añadir a todo lo anterior un pequeño recargo en concepto de exclusividad. Como sugerencia, mencionarle el hecho de que si usted decidiese morirse ahora mismo, todos los relojes serían suyos sin costo alguno.

—Déjenme pensarlo un par de días y que sepan que pueden dejar los relojes aquí mientras tanto con el fin de poder mirarlos cada poco, para que no mengüen en mí las ganas de adquirirlos.

—Si no le parece mal, nosotros nos quedamos también, de esta manera seremos los primeros en saber su respuesta y usted no tendrá que desplazarse, lo cual es un favor que nos dispensamos mutuamente.

—Tengo sueño, creo que me iré a dormir, no tarden mucho.