30.8.06

EL EXPERIMENTO



—Doctor Roëgter,

1. Cuando usted desee
2. Cuando quiera
3. Ya puede comenzar
4. Ya
5. Adelante
6. Vamos allá
7. (Gesto con la cabeza)
8. (Gesto con las manos)

—Elijo la número 6. Me inspira una especie, cómo decirlo… una especie de alegría ligera, un apoyo cálido, no sé si me entiende.
—Le entiendo perfectamente. Y ahora, si no tiene nada definitivo que agregar, permítame que haga uso de la número 3, concédame ese privilegio, se lo ruego.
—La 3 me resulta escalofriante. Es como si una fuerza poderosa hubiese secuestrado temporalmente mi voluntad, y de pronto soltase la correa. Sin embargo, a pesar de verme liberado de la presión inicial, mi esclavitud no ha declinado, pues ya han decidido por mí el momento del inicio (de este experimento, no nos perdamos).
—Pero usted está libre de comenzar, o de no hacerlo.
—Si, de esa libertad estoy libre pero de la que le he señalado, no.
—Usted quiere verse libre de cualquier cosa, ¡qué lugar tiene reservado para nuestra propia libertad, señor Röegter!

Murmullos entre la concurrencia (profesores, matemáticos, universitarios con pase, Super Normal, etc… hablan como entre ellos, pero enfocando debidamente nuestra atención, se observa que ninguno de los concurrentes habla realmente entre ellos, sencillamente balbucean, emiten en unos casos vocecillas agudas como de mono aullador, y en otros, los sonidos son como rugidos de León marino o algo así). El Doctor Röegter, parece salir por fin de un pequeño sopor y decide dar paso al experimento.

“Como sabrán, no he atravesado el pacífico para decirles a ustedes cómo tienen que revolver una sopa. Eso lo entenderán de manera natural a medida que envejezcan. Quiero que observen a ese hombre”.

El Doctor apunta con el dedo a un señor menudo y enjuto de avanzada edad que en ese momento se marchaba por el pasillo lateral superior.

“Si consigue cruzar aquella puerta lo perderemos para siempre. Le quedan unas horas de vida, no muchas, lo conozco bien, ha participado en mis experimentos durante más de catorce años. Hoy era el día elegido para la prueba final, pero ya ven que en el último minuto le han abandonado las fuerzas, o la motivación, o lo que sea, y ha decidido abandonar, ¡después de más de catorce años! Por fortuna, ha sido debidamente sedado para la ocasión. En unos minutos procederemos con la prueba.

El anciano trata de imprimir más sensación de velocidad a su huída. Para ello inclina el cuerpo hacia delante y estira los dos brazos como para agarrar algo que se encuentra cerca, pero aún fuera de su alcance, aunque lo que en realidad ocurría es que apenas se había movido de su sitio desde que se apoyase en una barandilla con el fin de no caerse, poco después de abandonar su asiento. Un débil silbido salía de sus pulmones cuando por fin se desplomó. Dos operarios con monos blancos salieron de entre unas cortinas, detrás del escenario, y después de incorporar al anciano, lo introdujeron en una bolsa de plástico verde fosforescente muy brillante que ataron y depositaron en una mesilla con ruedas cubierta por una manta de color pardo, situada enfrente del doctor. De los laterales de la sala emergieron los dos operarios, esta vez vestidos con batines verdes que acarreaban sendos carritos con material quirúrgico, según se pudo comprobar cuando retiraron las lonas.

EL EXPERIMENTO DURÓ SEIS HORAS CON RESULTADO DE ÉXITO

“Señores profesores, antes de comentar los resultados, he de informarles de que mi prometida ha desaparecido. ¡Catorce días antes de la boda! Estoy desolado, su ausencia es como un cuchillo que atraviesa mi pecho. Pensé que jamás llegaría a producirse esta situación, todo parecía marchar bien, pero aquellas cartas, aquellas misteriosas llamadas, aquellos viajes inesperados llenaban mi vida de incertidumbre. Todavía espero que todo esto no sea nada más que un sueño, que todo vuelva a ser como antes… Todavía conservo su olor (en algún lugar que no puedo definir), todavía escucho su respiración a mi lado en las oscuras noches solitarias. En su lugar, una botella de vodka descansa bajo la almohada, las pastillas para dormir han sustituido sus tiernos abrazos y mis… mis… ¡Mis gafas! ¡Es decir, las suyas! ¡Estaban en la estación, encima del mostrador! ¡Berta! ¿Estás aquí?”

Berta…

29.8.06

NO, NO RECIBÍ NINGUNA INVITACIÓN


…Tomando en consideración su respuesta (hemos considerado también su no respuesta como respuesta, sin considerar por nuestra parte la necesidad de dar explicaciones acerca de este particular), no diga nada y espere un momento.
Es para respirar.

Prosiga.
¿Ahora no dice nada? No por nada, sino porque todo parecía indicar lo contrario. De haberlo sabido no habría interrumpido mi charla de forma tan repentina, hombre.
Pero no tiene la menor importancia, creo que ya está todo dicho. No se moleste en recoger “los resultados”. Y ahora si no le importa, voy a entrevistar al siguiente pepetoño. No se preocupe por los restos de orina, ya lo limpiará el asistente doméstico. Buenas tardes.


“La oficina de empleo más cercana no existía, sus perros se estaban muriendo, y el ron había desaparecido misteriosamente la noche de San Juan (quizá se encuentre todavía en las bodegas de aquél barco que partió rumbo a la Polinesia francesa, concretamente hacia la Isla del Murciélago Blanco, famosa por la extraña criatura que habita esos lugares de la que se toma el nombre). Así pues, ¡qué podía hacer el señor propietario de la citada embarcación, el Capitán Cuqui, cuando le dejaron de patitas en la calle y con todo ese montón de perritos colgando de sus pantalones!”

—Pero no era necesario llegar tan lejos
—Si. Era necesario llegar tan lejos
—¡Entonces tendremos que sacrificar los pepetoños! ¿es eso lo que está sugiriendo?
—Vaya, veo que me has entendido. Dorremí bemoool…
—Pero tú me prometiste…
—Yo no prometí nada porque no soy la persona que piensas. Yo soy OTRA PERSONA. (En ese momento las puertas de la ciudad se abren para dar paso a una multitud que hace avanzar a la persona “que sí era”, a base de empellones y patadas rasas, y que aparecía atada y amordazada en posición de súplica aparente a bordo de una tarimilla con ruedas tirada por dos conejos encapuchados, uno de los cuales parecía exhibir un gorrito azul. Hemos de decir también que había un singular orinal amarillo a su lado izquierdo, grapado a la tabla).

—Entonces no vale nada de todo lo anterior.
—No, no vale nada de todo lo anterior.
—Pero te refieres a todo lo anterior antes de mi primera frase, ¿no?
Etcétera.

Mientras todo esto ocurría, un tipo subido a una loma, calibraba las dos o tres opciones que según su criterio parecían dar solución a este viejo problema: ¿cómo es posible concebir una esfera sin tener la noción de agujero muy clarita en la cabeza?. Tenemos que decir que el matemático, pintor y pañero griego Demóstreles (1806-1820) encontró 15612 soluciones, aunque tan solo un siglo más tarde se comprobaría que la mayoría de ellas eran, por decirlo de una manera sencilla, afluentes del mismo río. Este río equivaldría, resolviendo esta simpática metáfora, a lo que se ha dado en llamar "las 5 soluciones nodriza universales", descubiertas en el interior de una falla turca, en 1661. Se desconoce el autor debido al escaso interés que ha suscitado su persona a lo largo de la historia. Sin embargo su obra permanece. Son las siguientes:

1. Avanzar protegido en cualquier circunstancia. Quedarse inmóvil es una forma de avance sostenido sin el factor tiempo actuando.
2. Enfocar y desenfocar. Enfocar en todas las distancias, cerca, muy cerca, infinito y vuelta a empezar. Suficiente dos semanas. Cerrar los ojos. Apagar los ojos.
3. Olvidar los ojos.
4. La existencia de problemas no es una evidencia para una mente virgen. Solo se trata de una pequeña distorsión operando en un cuerpo afligido. Vaciar el cuerpo de aflicción utilizando un nuevo programa reseteador de fabricación casera y encriptar. Dos o tres días son suficientes.
5. La piel no está dentro de nuestro cuerpo. Está fuera. El universo parece protegerse de nosotros, pero eso es tan solo una valoración precipitada.
La solución no es otra cosa que el problema vuelto hacia sí mismo.

—Señor contratista. No he venido a que me contrate, sino para entregarle un regalo. Este regalo:

“Un minipárking con todos los accesorios (parada de bus, supermercado, cinco plantas con servicio rápido de cambio de aceite y lavado, ocho muñequitos, diez vehículos de diferentes colores, un muelle pequeño, dos perritos y un vale para adquirir un disfraz completo de Pinocho) incluyendo pilas, es depositado con su enorme embalaje encima de una montañita de solicitudes entre las cuales sin duda se encontrarían las suyas de haber sido él mismo uno de los candidatos.”

—Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren de mí? ¡Ya fui visitado en su día!
—Ésta es la última visita. Vaya poniéndose esta ropa (una sábana blanca con un agujero) y empiece a jugar. Yo iré preparando los paños y el agua caliente. Después jugaré con usted. No lo haga más difícil. Estaré aquí en media hora.

PEPE TOÑO NO APARECIÓ EN LA FIESTA, ¿ES QUE NO LE HABÉIS ENVIADO SU INVITACIÓN?
PEPE TOÑO ES TU RESPONSABILIDAD, ¿DÓNDE ESTÁ SU INVITACIÓN?


LOS PERRITOS ESTÁN A SALVO
LOS PERRITOS ESTÁN A SALVO

14.8.06

LO QUE ES NATURAL


Batallones de medusas avanzan extraterrestremente desde el mediterráneo y desde aún más allá hacia acá y hacia aún mucho más allá de acá. Las pequeñas delante, en avanzadilla. Las grandes, quizá sus parientes paternos más atrás y, casi rozando el horizonte, las grandes madres, nodrizas y vulvas secretoras que parecen observarnos desde lejos aguardando sin prisas el momento definitivo de su asentamiento en tierra, una vez conquistada. Mientras tanto uno lee, toma el sol, se baña muy poco o nada y espera el momento del gran espectáculo: la invasión terrestre de las medusas. Todavía habrán de pasar algunos años, los humanos iremos alejándonos de las costas, hacia las montañas donde habremos de vérnoslas con los conejos de monte y otros seres peligrosísimos que las habitan.

Otra posibilidad es que el próximo verano hayan desaparecido sin más y que todo vuelva a ser como antes, como cuando éramos niños y pescábamos quisquillones con un retel en las pozas que surgían entre las rocas una vez bajada la marea. Cuando el mar olía a mar. Quién sabe...

Ahora el mar huele a gasoil y a medusa, pero hemos organizado nuestras vidas marineras con arreglo a estos olores. Nos hemos adaptado. Y nuestros hijos y aún nuestros nietos, por delimitar los confines de una memoria unificada e inversa, habrán de adaptarse también a lo que venga y habrán de visitar e incluso habitar sus, para nosotros, desconocidos paraísos en un mundo dominado por otros seres ya a esas alturas más poderosos que los humanos, lo que curiosamente restituirá a este planeta su natural condición de vergel, glacial, desierto o mar de lava roja, según el período que le toque.

Más tarde regresaremos más conscientes, saldremos de nuestras madrigueras e iniciaremos un nuevo mundo con un nuevo lenguaje despojado de sus palabras otrora envenenadas y culpabilizadoras.

Queridas medusas, garantes de nuestro equilibrio costero, gracias.

11.8.06

UNA HISTORIA ZEN


Hubo hace mucho tiempo un monje que, después de permanecer durante seis años en el interior de un pozo sin más luz que la que traspasaba una pequeña rendija en la tapa (esa tapa redonda de madera que suelen tener los pozos), obtuvo la realización del “sí mismo”, esto es, su disolución en la nada, después de escuchar el canto de un mirlo. Exclamó ¡Ho!, salió del pozo y no se le volvió a ver nunca más.

Todo esto lo sabemos por un pequeño librito que escribió la mujer del monje, que durante esos seis años de retiro, le llevaba comida cada mañana (un poco de musgo, alguna semilla de trepadora y madera fresca) dejándola caer a través de una rendija en la tapa (si, esa tapa).

Sabedora y aceptadora del destino que le había tocado en suerte, no cejó ni un solo instante de apoyar a su esposo en tan alto cometido. Cuando supo que había llegado el final del retiro, mostró una gran alegría y se despidió de él con lágrimas en los ojos: “Vayas donde vayas, mi corazón seguirá estando contigo. A partir de ahora, daré cuenta a todo el mundo de tu obra”.

El librito en cuestión se titula: “NO-CONVERSACION CON UN ESPOSO” y trata básicamente de la conversación entre un maestro y un maestro observadas por un discípulo oculto entre unos matorrales. El texto es el que sigue:

—Ello
—Si. Ello
—Esto, sin embargo
—Como una grulla blanca en la nieve
—¡Ho!
—(Silencio)
—(Silencio)
—(Silencio)
—(Silencio)
—¿Qué es toda esa gente enferma?
—Toda esa gente enferma es ku, pero ku no es ku
—El loro papillero anhela su jaula
—El río sin el río
—(Silencio)
—(Silencio)

SILENCIO EN GENERAL

El discípulo oculto alcanza el “satori” en ese momento y exclama:

—¡Sapristi!

El maestro y el maestro, adviertiendo la presencia del discípulo entre los matorrales, corren a esconderse con él

—Ahí fuera ya no hay nadie (dice el discípulo)
—Aquí dentro tampoco (dicen al unísono el maestro y el maestro mientras se hacen cosquillas mutuamente)

NOTA DE LA AUTORA:

“Nadie ha dicho ni hecho nada. Son nubes en la consciencia de quien está leyendo esto”

NOTA DEL LECTOR:

“Yo no he leído nada”.

NOTA DE LA CONSCIENCIA: