16.2.12

DR. HOUSE, O LA VENERACIÓN DEL AGUAFIESTAS


Extracto del discurso de presentación del nuevo Curso de Cerámica Consciente (CCC) a cargo de la profesora Asunción Laverne.

'La filosofía del Dr. House, según una reciente publicación se podría resumir en lo siguiente: "Todos mienten". Pero por alguna suerte de descuido olvidaron añadir "incluido quien así lo afirma".

De ser cierta esa presunción, nos hallaríamos ante lo más parecido a la certeza definitiva de que decir la verdad no es posible, pues nada de lo que pueda decirse es cierto. Lo cual constituiría una verdad otra, probablemente la única: todo el mundo miente sin excepción. Al menos habría algo a lo que agarrarse, si tal fuese el propósito (agarrarse a algo).

Sin embargo, de ser cierto que todo el mundo miente, incluido quien así lo afirma (el Dr. House), no habría manera de saber si este mentimiento es verdadero, pues ¿como va a ser cierto lo que dice un mentiroso?

La debilidad humana tiene estas cosas, se prefiere venerar a un aguafiestas en lugar de examinar la realidad por uno mismo. A continuación el bedel os hará entrega de los baldes de arcilla para que podáis ir definiendo y materializando las ideas expuestas.'

4.2.12

HISTORIA DE UN DESPROPÓSITO


Jeremías entró en la sala de reuniones para cerrar el negocio, y repentinamente se sintió hosco, renuente y zafio. Esto dijo desde el extremo occidental de la larga mesa:

“Por mí, pueden echar todos esos papeles a los cerdos y después sodomizarse con sus bolígrafos”, y acto seguido se encendió un habano dedicándose a la contemplación de la ciudad a través del ventanal del despacho.

Los hermanos Zuloaga, los chinos, los rusos, la mujer alemana y sus respectivos abogados, quizá un tanto perplejos ante tal declaración se remueven en los asientos, carraspean y fruncen los ceños.

Finalmente, la mujer alemana revisa algún pliegue en la media de su pierna izquierda tal como si hubiese descubierto un insecto tropical hablando por teléfono, y se dirige a su interlocutor en los siguientes términos:

“Tal vez no se ha dado cuenta de un pequeño detalle, señor Jeremías: su bigote está empezando a desprenderse. Lo más seguro es que la mezcla química del pegamento no esté funcionando correctamente. ¿Puedo preguntarle con qué laboratorio trabaja habitualmente?”.

Pero ya era demasiado tarde, Jeremías se estaba tirando por la ventana. Y cuando decimos “se estaba tirando por la ventana” nos referimos a eso mismo: el acto de tirarse se estaba llevando a cabo de forma continua, quedando por tanto aplazada permanentemente la caída final.

Los asistentes corrieron hacia el ventanal y miraron un rato al vacío. El cuerpo de Jeremías se hallaba en suspensión aérea, a unos metros del edificio. Todo parecía indicar que efectivamente estaba cayendo, aunque de manera inconclusa.

Después, mucho más despacio, regresaron a sus asientos y quedaron un buen rato observando silenciosamente los bolígrafos que aparecían dispuestos ordenadamente sobre la mesa.

La verdad, todo hay que decirlo, es que la forma de los bolígrafos parecía especialmente indicada para llevar a cabo todo tipo de actividad sexual.