31.10.06

COSAS QUE HAN DE REVISARSE I


Uno no tiene la necesidad de:

Sincerarse con uno mismo. Uno mismo ya es uno mismo. A no ser que esto resulte insatisfactorio para uno mismo lo que le llevaría a convocar la intervención de un segundo sujeto a quien se encomendaría el presenciamiento del sinceramiento (sinceración) de uno mismo. Esto descalificaría totalmente al sujeto inicial (uno mismo), relegándolo a una suerte de semiexistencia en un mundo exclusivamente objetivo, aunque no sabemos quién se daría cuenta de ello.

Ser humilde o no. La modestia no necesita ser falsa para ser falsa. Es falsa por definición. Orgullo disfrazado. Y si no, vean esto:

—Gracias por su trabajo
—No, no, no es nada…
—Ah, ¿no?
—Es sólo un boceto, cualquiera podría hacerlo mucho mejor
—¿Sugiere que el próximo trabajo se lo encarguemos a otro?
—No, no, bueno, no sé…
—Y por este boceto, ¿cuánto cree que debemos pagarle?
—Nada, lo que ustedes quieran
—¿Nada, o lo que nosotros queramos?
—¡Lo que ustedes quieran, lo que ustedes quieran!
—Pero nosotros le encargamos un trabajo y usted nos entrega un boceto que otro podría hacer mejor. ¿Nos está tomando el pelo?
—No, no, lo que quería decir es que…
—Usted no ha dicho lo que quería decir. ¿Es eso?
—Si, eso es
—Y, ¿qué le obliga a decir lo que no quiere decir, alguna fuerza extraña?
—La verdad es que esperaba un montón de agasajos, uno detrás de otro. En mi casa me funciona siempre, ¿puedo ir a llorar un rato al baño?

Una persona verdaderamente humilde no sabe que lo es.

Tener miedo a no estar haciendo bien algo. ¿De dónde puede proceder el miedo a estar haciendo mal algo? De esta manera, la vida se convierte en un juicio constante que nos expone constantemente a una condena. Y si resultásemos condenados por ese supuesto tribunal con tan mala hostia, ¿qué nos pasaría? Tiene que ser algo gordísimo para provocarnos esa extraña sensación incómoda en la boca del estómago cada vez que estamos a punto de desaparecer en este mismo instante de alegría sin causa.

Buscar puertas de entrada a ningún sitio. No hay que ir a ningún sitio porque ya estamos aquí todo el rato. Lo de las puertas, aberturas, rendijas, simas, hendiduras, etc. posiblemente no sean otra cosa que bolsas un poco aprisionadas por la base. Pero lo de que si son bolsas o no, es lo de menos. Se trata únicamente de un despliegue de formas jugando al escondite con el espacio, pero ¿dónde se esconden entonces? ¿en el no espacio? Seguramente sea así.

Separar la vida entre “cuando éramos felices y cuando no lo éramos”. No se me ocurre ningún comentario.
Ah, sí. En este momento, ahora que recapitulamos, todo eso ya está junto (los tiempos felices y los no felices). Estamos a salvo de su influencia. YA HA SIDO TODO. Tenemos ante nosotros un papel eternamente en blanco.

Tener que dar nada por terminado. Es como si se tuviese la obligación de tener que ir acabándolo todo, a medida que se produce. A medida que se presenta.
Si dejásemos de presionar en la zona “tener que terminar”, veríamos que todo se termina solo. No somos necesarios para llevar a cabo esa acción, y cuando conseguimos relajarnos en ese aspecto, vemos que lo de empezar y terminar son conceptitos atascados en nuestras cabezas cuneiformes.

29.10.06

SUPER NORMAL EN UN BAR


—¿Qué le pongo, caballero?
—Un tinto
—¿De la casa?
—Si, de la casa

El camarero escancia el vino y lo acompaña de una tapa de orejas de cerdo.
Super Normal se toma el vino mientras lee el periódico. La tapa no la consume.

—¿Cuánto le debo?
—Un dinero y medio

Super Normal deja un dinero y tres cuartos sobre el mostrador e inicia su marcha del recinto.


—Buenos días, señor… (el camarero)
—Buenos días (SN)
—Señor, se ha dejado la tapa
—Si, así es, en efecto
—Quizá hubiese preferido un poco de chorizo
—No, tampoco hubiese preferido chorizo. Digamos que, en general, no me apetecía tomar una tapa.
—De todas formas, y perdone la intromisión, si le hubiese apetecido una tapa, ¿se habría comido la que le he ofrecido?
—Eso es algo que pertenece a una situación que por cierto no se ha producido. Yo solo poseo datos sobre lo que hago, no sobre lo que hubiera hecho (en caso de que cupiera albergar semejante concepto). No por nada, sino porque realmente nada sé, fuera del ámbito de lo que ocurre en este mismo momento. Le sugiero que demos por zanjado este asunto con el consiguiente ahorro de energía por su parte que bien podría utilizar para otra cosa, como por ejemplo, bajar esta noche la basura.
—Está bien. Zanjamos el asunto, pero si me lo permite, comienzo con otro asunto que seguramente requiere menos energía: ¿ha mirado la tapa que le he servido?
—Si
—Y esa visión, ¿ha resultado de su agrado?
—Mi agrado es algo de lo que no participo como autor, sino como espectador. Así pues, se halla usted ante la única persona en el universo que no puede responderle, es decir, el que no es usted.
—Yo solo quiero su bien, y ¡mire lo que me dice usted, un montón de cosas feas!
—Cuando no hay comprensión se dice de “ello” que es feo. Pero ello no puede ser ninguna cosa, y menos, el calificativo coloreado de una cosa. Lo de feo lo ha puesto usted. Antes de ese acto, ello era ello. Usted lo ha calificado y ha convertido ello en un tio vivo de oscilaciones emocionales. Pero esto es así tan sólo para usted.
—Quiero que sepa una cosa. Las orejas de cerdo no son ningún mal viajando sin control por los sistemas solares. Le puedo asegurar que esa tapa es la gran preferida del público que accede a este lugar con el fin de engañar a su estómago antes enfrentarse a la comida oficial en su casa. Y como ejemplo de engaños para el sistema digestivo (y si me apura, también para el excretor), la oreja de cerdo es incomparable. Hay gente que solo come eso. Con eso le digo todo.
—Lo que me dice usted es lo único que usted podría decirme, ya que solo usted comparte con usted lo que solo a usted le lleva a decir lo que usted dice. ¿Cómo podría yo añadir o quitar algo a lo que sólo usted pueda decir y hasta quizá comprender? En cualquier caso: ¿ve qué bien todo?
—Gracias. Seguiré poniendo tapas de oreja de cerdo (en esta ocasión quizá un poco rancias incluso para una sensibilidad habitual y ordinaria) sin por ello sentir que sea yo el responsable de cualquier consecuencia que pudiera producirse después de la ingesta. Pruebe a venir otro día. Deme la oportunidad de no ofrecerle nada, ninguna tapa, la no-tapa, se lo ruego.
—Usted no ha de preocuparse por nada, pues lo único que puede hacer es lo que hace. Quizá a partir de ahora incluya lo que yo hago en lo que usted hace, pero eso no dejaría de ser en definitiva lo que usted a la postre hace.

Fuera del bar hace sol con un poquito de brisa.
Un paraíso térmico para un galápago.

27.10.06

SEGUNDA DECLARACIÓN DEL ALIENÍGENA “KHATORNO” EN LA RADIO PÚBLICA DE UNA CIUDAD NORMAL



(Nuestros días)

“Una vez le dije cucú a un anciano que por algún motivo me había transmitido que se escondía de mí jugueteando, y sonrió como un bebé.

Puedo afirmar sin temer al yerro, que bajo la circunstancia descrita más arriba, entre estas dos variedades de la especie humana, no hay tal variedad. Son LO MISMO”.

LAS DOCE

El traductor de Khatorno en la Tierra (altamente cualificado e instruido por tutores alienígenas), disfruta del sol en un parque

"Qué bien estoy en este parquecito lleno de vegetales, perros, niños, padres y madres con padres y madres, palomas, dos patinadores medianos y uno muy chiquitín a la zaga, un kiosco lleno de cajas de cartón tapando prácticamente a un matrimonio que vende tabaco, pipas, botellitas de plástico llenas de líquidos fosforescentes porque realmente es lo que los niños piden, un señor detrás de un árbol sacando y volviendo a meter una bolsita (creemos que de ceniza) en algún misterioso bolsillo dentro de su gabardina de color hueso, un insignificante incidente entre unos jovencillos y un chaval de trece años que se dirigía a una fiesta superdivertida disfrazado de momia (influído notablemente por la pertinaz insistencia de su padre) al que persiguen para quitarle las gasas porque saben que debajo solo lleva un calzoncillo, y ese anciano que parece jugar al escondite detrás del mismo árbol que el señor de la bolsita, lo que genera una gran confusión. Trasladada al mundo de las bandas musicales que se esconden en los arrabales bajo severos ataques de aprensión, esta manera de organizar la realidad bien se podría resumir así: 'The funk & white trompet but saxual confusion band tour'. Se agotaron las entradas para siempre".

24.10.06

EL CAPITÁN CUQUI


Cerca de aquí…

Antes del hermanamiento con los bichitos que casi se extinguieron asfixiándose entre los plásticos… Antes de los tejidos ultraorgánicos y su falta de bichitos, antes del humano total con todo su supercareto, llegando a la conclusión de que: “como veo que no hay nadie habitando este cuerpo, ya que lo he buscado sin encontrarlo ¿me puedo ir ya a donde nunca dejé de estar, quien quiera que esté presenciando esto que digo?”

Antes del espacio…

EL EJE

El capitán Cuqui advierte a la tripulación sobre los peligros del viaje. En un momento de su discurso menciona lo del eje:

—¡No me vengáis ahora con lo de que los ejes no son otra cosa que bisagras camufladas! El que esto sea así (¿cómo podría ser de otra manera?), no es lo esencial en este asunto del eje, conocido y comprendido como “aquél punto central inamovible e inabordable cuya dimensión es cero y que se encuentra más cerca de nosotros que nosotros mismos”. Lo esencial es comprender a quien está comprendiendo, ¿comprendéis?
Decir: “sí, lo he entendido, lo he entendido” no es suficiente alimento para los perritos. Los perritos quieren que alguien comprenda verdaderamente su perrunidad, que comprenda por extensión que son perros pequeñitos extasiados de felicidad chupando pieles de humanos con sus pequeñas lenguas rositas… ¡Por todos los diablos!, ¿dónde se habrá metido el Capitán Cuqui?

—Es usted, capitán. El capitán es usted, que por cierto, está aquí desde que usted está aquí (dice desde la cubierta la única mujer a bordo. Misteriosamente todo el mundo la oye por igual).

EL VIAJE DEL CAPITÁN CUQUI

Mar y aire en movimiento.
Borracheras en el despacho del médico. La única mujer del barco se asoma a ver las estrellas, ahí fuera, apoyada en la barandilla, al cálido fresco de una noche de luna sólida. Alguien silba una triste canción danesa que llega desde la bodega. El capitán estudia la derrota en un mapa cartografiado mentalmente por él mismo. Así, de memoria. A pelo. Esperar la entrega del mapa oficial le habría obligado a retrasar el viaje indefinidamente, pues los mapas oficiales no llegan nunca. No hay mapas oficiales.


De pronto la mar ya no se riza. Ahora es un plástico que se ha tragado todos los colores.
Se hace de día.
Y así todos días que a diario han sido se disuelven en un solo día infinito, la eternidad revelándose en el viaje a medida que el viaje se hace más viaje, el secreto abierto para quienes se han ido a vivir al viaje, e incluso para los que no. Para todos.

(Pepe Toño dice: “yo quiero uno”.
Que no se preocupe: lo tendrá aunque no lo quiera.)

El capitán repasa mentalmente la configuración estelar escondida tras el azul del cielo. Con toda probabilidad, pronostica con una leve sonrisa, lloverán estrellas en las próximas horas. Caerán al agua sus destellos, quedando suspendidos sus ejes desnudos en la cúpula celeste. La danza estelar se celebra ahora en el océano. El capitán enciende su pipa y al tiempo que desaparece con su barco en el horizonte, dice para sí:

“Tengo la fuerte impresión de que hay una mujer a bordo. Esa presencia que nunca me abandona…”

El silencio es ensordecedor

22.10.06

1 MENSAJE RECIBIDO



He pensado que, siendo vecinos y hallándonos solos durante las mañanas, cuando todo el mundo (nuestros respectivos cónyuges, por poner un ejemplo conocido) se encuentra trabajando hasta las tres y media (incluyendo regreso con tráfico normal), podríamos si no le parece mal, sincronizar nuestros corazones hasta sentir que estamos juntos sin estarlo realmente…

No se preocupe, mi intención no es ponerle en un compromiso, lo único que quiero transmitirle es una cercanía carente de un sujeto autorresponsable que además se considere autor de su vida y de los que están alrededor de su vida, y un montón de mitos de ese tipo enredados en su cabeza. Lo que le ofrezco es una aventura doméstico-vecinal interna sin que haya nadie involucrado en el asunto, pues cada uno seguirá llevando adelante los quehaceres matinales en su soledad seca, pero simultáneamente estaremos tan unidos que parecerá que hemos regresado a nuestro estado original, antes de nuestra separación previa en el momento en que se produjo la situación: “nacimiento de los organismos que parecemos habitar y cuyas personalidades nos obstinamos en representar”.

Para que pueda hacerse una idea aproximada de mis características orgánicas a fin de conseguir mayor realismo durante la experiencia que le he sugerido, le diré que mi olor personal es absolutamente indescriptible, así como mi sabor y texturas. De mi aspecto físico y los sonidos que emito, ocurre lo mismo, son igualmente indescriptibles. Así que tendrá que arreglárselas como pueda en ese sentido, solo usted puede sentir sus sentidos, aunque es muy probable que todo ello sea irrelevante en grado sumo si es capaz de advertir la naturaleza sutil de la experiencia que he decidido compartir con usted.

Una cosa más: ni se le ocurra mirarme mientras me ducho, por más que la ventana de su cocina esté justamente situada a unos dos metros enfrente de la de mi baño que, todo hay que decirlo, siempre permanece abierta. Lo único que vería usted es un muñeco “tipo muñeca”, plantado dentro de una bañera en la posición de “recibir un chorro de agua fría desde algún lugar en lo alto de una pared”, y ese es un asunto en el que le sugiero que no entre.

Si su respuesta es , no hace falta que me responda, pues ya estaremos viviendo la experiencia...

Su vecina

14.10.06

EFECTOS DENTRO DE UN ESPACIO


(Extraído del “Libro de campo” del Dr. Roegter donde indaga autoexperimentalmente sobre la verdadera naturaleza de “Super Normal” y sus presuntos encuentros con lo no normal)

“Me he quedado encerrado. Hasta aquí todo es normal (qué extraordinariamente raro es eso). Lo que hace singular este encerramiento es que me he quedado encerrado fuera. Y noto lo siguiente:

1. Fuera es, sin entrar en muchos detalles, más grande que dentro, si doy por buena la idea de que el mundo de las cosas está constituido por cosas y por falta de cosas que, en cualquier caso ocupan espacios o no los ocupan, lo que no deja de ser una ocupación, pues la ausencia, en muchos casos, es habitante perenne de los espacios.

2. La siguiente cosa que noto es que aquí fuera hace un poco más de frío y la ropa que llevo puesta en este momento de encierro, consiste en un pijama cuya tela es muy fina, como vaporosa, una densidad que se hallaría entre lo que existe y lo que no existe. Considero con toda sinceridad que de haber contado con ropa de más abrigo, la sensación de frío habría quedado verdaderamente atenuada.

3. Si me preguntaran cómo me quedé encerrado aquí fuera, respondería que “¿le importaría, amigo, repetirme la pregunta, no vaya a ser que no le haya oído?” y si la respuesta fuese la misma, aún en ese caso, no tendría elementos suficientes para acabar con la duda de si estoy o no estoy sordo. Si me diesen a elegir pregunta, elegiría “¿es usted sordo?” a la cual no sería necesario contestar (vaya).

4. Por alguna razón miro hacia arriba plegando la cabeza de tal manera que mi nuca desaparece, el cuerpo restante se relaja de cintura para abajo y tiende a sentarse en el aire, a media altura; la zona que va de los ojos a la frente se arruga considerablemente y no es debido a un súbito incremento de mi edad, sino a causa de una ligera curiosidad por lo que pueda ocurrir encima de mí. Para ello fijo mi mirada como con cierto interés frunciendo los ojos hasta casi cerrarlos como hace casi todo el mundo cuando quiere ver algo muy bien y así la verdad es que no puedo ver casi nada. Me iría mucho mejor si de entrada abriese mucho los ojos como si estuviese muy perplejo por haber observado algo extraordinario durante el inocente momento en que mis ojos estaban normales. Quiero dar un consejo a quien se halle en mi misma situación. En cuanto se advierta el menor indicio de luz, lo mejor es cerrar los ojos acomodando la mente para pasar un largo período en esa situación. Si pudiese elegir, elegiría permanecer dormido durante todo el proceso.

5. Escalofríos. Muchos, dispersos, intermitentes y de abrupta irrupción aunque de baja intensidad.

Todo lo demás es normal.”

9.10.06

¿VOY A PASAR UN RATO, O VOY A PASAR POR UN RATO? RATOS TODO EL RATO


Esto veía que ahora no veo aunque ya crea haberlo visto.
Es que era otro rato.
Este rato, ¡cuánto rato es!, pero este rato no era. Era otro rato.

Bueno, pues como ya estoy en otro rato (he mirado para otros sitios, me he movido con otros propósitos diferentes del rato anterior…) voy a ver qué tal. Además, antes estaba como indeciso, dubitativo, cautivo de las singulares características de ese rato. Mi rato de ahora es más oxigenado, me encuentro más activo. Sí, este es otro rato, por todo lo que he dicho y porque es otro rato doblemente, pues con toda seguridad estoy ya en el tercer rato.

Este tercer rato es muy pequeño, es un ratito corto, tanto es así que creo que ya ha pasado.

Quiero estar sin que sea un rato donde esté;
sí, ya sé que un rato no es un sitio, pero “por favor, ¿podría estar a secas, sin depender todo el rato de un rato?”

Todo el rato un rato no es un sitio. Pero parece que todos los sitios llevan asociados muchos ratos, tantos como sitios. Un sitio por rato, “un sitio por rato por favor, un sitio por rato…”

Como no puedo —al menos de momento— librarme de los ratos, voy a sumergirme en uno. Hasta el fondo. Mucho rato. Todo el rato.

Ya estoy.
Me dan como calambres. Es agudo y en varias direcciones, aunque no llega a ser un enrejado, tan solo varios alambres inconclusos (por tratar de definirlo de algún modo) dispuestos en el aire de cualquier manera. Imposible fijar la mirada. Pero, ¿DÓNDE ESTÁ EL RATO EN EL QUE DEBERÍA ESTAR? (…)

...noto que hay alguien que no soy yo,
los ratos no tienen porqué ser reductos de soledad,
solo son porciones de realidad troceadas por mí, pero
¿porqué rebanar la realidad en porciones? ¿para entenderla mejor?
Me pregunto de quién habré aprendido a empaquetar todo lo que ocurre,
quizá mi cerebro venga programado así de fábrica

EN ESE RATO OCURRE ESTO:

Dos organismos hablan durante horas. Sienten que nadie juzga sus palabras, que todo el rato huele bien, se encuentran tan a gusto que terminan durmiéndose juntos allí mismo. EN MITAD DE LA CALLE.

Desapareciendo,
en una dulce conciencia impersonal.

3.10.06

TAL COMO ERAMOS



No hablamos del cuerpo y sus cambios
ni de la personal personalidad que nos hemos construido
a lo largo de los años
ni de las habilidades adquiridas
ni de los logros
ni de las heridas
ni de las ideas prestadas que ahora parecen nuestras
ni de todos los viajes que nos marcaron (¿hay acaso
algún viaje que no deje señales?)
ni de lo que creemos haber ganado o perdido
ni de lo que nos hemos puesto o quitado
ni del nido en el nido donde nadie se ha ido

¿De qué hablamos entonces?

De la alegría sin contrario
Del Sol en las tripas