28.11.07

LA ISLA


Año 2055.
Superficie de Marte.

El clima ya ha sido regulado.

Se establecen las primeras urbanizaciones recreativas.

Llegan los primeros residentes estacionales.

La familia tipo consta de dos ejemplares.

Un hombre vestido con un pijama reflexiona sobre la diferencia entre soledad y solitud, un enigma todavía por él no resuelto. Está de pie contemplando desde una ventana de su apartamento las calles vacías, un supermercado en construcción, un parque recreativo sin bancos, la iluminación blanquecina de los islotes térmicos del embarcadero, un pequeño poste de comunicaciones todavía sin ensamblar que emerge de los gases de la laguna de sílice…

Su mascota, un simpático huacanote fosforescente (perteneciente a una generación anterior a los BUD-78) activa su traductor instalado bajo las branquias excretoras, y le contesta:

“Tan poco se está tan mal aquí a pesar de la indiscutible lejanía que padecemos. Guak. La sensación básica es de veraneo muy tranquilo con casi todos los servicios. Mantenimiento tiene prevista su aparición para el año que viene. Guak. Desfilaremos de uno en uno, ¿recuerdas este arquetipo? Era tu paraíso primordial. Un lugar en alguna parte donde ya no se sentiría el peso de la existencia, guak, donde por fin sería posible dar un alegre paseo por la calle sin ningún lastre adicional. Nada más que eso”.

El hombre del pijama, después de decirle “sí” a su mascota, continúa su recorrido visual contemplativo a través de la urbanización, poco a poco su mirada va avanzando por la avenida, y continúa viajando hasta más allá de las lejanas dunas de berio, donde su mirada acaba perdiéndose…

PREGUNTA AMABLE NÚMERO 1

—¿Y qué hay de lo que sucedía en el cielo, no se fijaban en eso?

PREGUNTA AMABLE NÚMERO 2

—Mi pregunta es similar a la anterior. Tan similar que parecen iguales. Sin embargo quiero hacer notar una sutil diferencia. Tan sutil que lo más probable es que pase totalmente desapercibida. Aun así haré un esfuerzo por transmitirla. Un esfuerzo que ustedes no notarán.

PREGUNTA AMABLE FINAL

—¿Los colores eran bonitos por lo menos?

La respuesta es sí a todas las preguntas.

24.11.07

LA VISITA GUIADA


Khatorno descendió al suelo más próximo. La capa estelar se le enredó en el cuello obstruyendo por unos instantes el regulador térmico, lo que provocó la activación de un dispositivo con su correspondiente alarma.

Los animales cambiaron el rumbo súbitamente, y tras unos cuantos movimientos erráticos, retomaron sus movimientos naturales. Khatorno abandona el huevo esférico tras unos arbustos y comienza a desplazarse…

“Criaturas nacidas de la criatura, vais yendo de nuevo…”

19.11.07

SOL MAYOR (EL OCASO REVERTIDO)


Es difícil, eso has dicho siempre,
pero no imposible, eso has dicho siempre también.

Hazlo entonces.

Es un nuevo acuerdo. No es más difícil de acordar que el anterior.
Una vez acordado el nuevo acuerdo, el anterior queda desplazado y se hacen nuevas cosas.
Con el acuerdo anterior esas cosas no se hacían. Sólo se hace lo que se acuerda.

Un acuerdo no es un negocio,
ni un mandato,
ni una obligación,
ni una necesidad técnica,
sino una promesa que siempre se cumple.

Las células enfermas siguen maquinalmente la inercia de los acuerdos caducados.
La creación de células nuevas obedece a nuevos acuerdos.
La química sigue a las emociones y también al revés. ¿Qué significa esto?
Sólo tú lo sabes, aunque quizá no te acuerdes.

Un acuerdo es un acorde,
sin séptimas ni quintas disminuidas.

Sol Mayor.

(a Bego)

13.11.07

CRÓNICA ÍNTIMA DE UNA EJECUCIÓN


Un reo es conducido hacia la horca a través de los estrechos corredores de una penitenciaría.
Cuando lo subieron al patíbulo hacía un poco de frío. Sus últimas palabras fueron dichas:

“¿El último miedo era esto? Adelante con todo y muchas gracias”

El verdugo hizo los ajustes pertinentes en torno a su cuello y pidió una autorización. La autorización fue concedida.
Estas fueron las palabras del verdugo un poco antes de abrir la trampilla:

“Querido quien quiera que seas, no estamos en los mejores momentos, que diría Laín el Fatuo, “el amigo de los demás”, y quizá el hecho de decirlo ya baste para que así ocurra, después de todo nadie ha conocido a Laín en ningunos buenos momentos, él mismo ya lo decía.

Pero dejemos a ese amigo, querido quien quiera que seas, quiero hablarte de cómo me siento en estos momentos tan… poco comunes. Es como si me hallase suspendido de un hilo finísimo, a punto de caer en algún sitio si el hilo llegara a romperse, pero el hecho es que no me estoy cayendo, o más bien se podría decir que me encuentro en suspensión, el hilo sólo está pegado a mí, y mi pregunta es, ¿podría permanecer en suspensión durante toda una vida? Porque tradicionalmente se pensaba que no, que “cómo vas a permanecer suspendido, ¡bájate de ahí ahora mismo!”, aunque hay que admitir que la palabra suspensión resulta un poco lúgubre, todo hay que decirlo.

Quisiera descubrir mi línea de flotación para descansar un poco una vez hallada. Y quedar suspendido en mi frecuencia natural con todos sus armónicos consonando. Sin embargo no debe de ser fácil ceder el control y dejarse llevar con plena confianza. Sería tan difícil como ir a bordo de un barco en medio de un fuerte oleaje y no oponer resistencia al reajuste natural del organismo con su correspondiente cambio de frecuencia. A menudo la oposición se impone y el resultado es un desagradable mareo y la sensación de que todo es muy feo.

Me gustaría que me enseñaras cómo se hace lo que haces, quien quiera que seas”.

El reo no dijo nada, pues ya lo había dicho todo.

4.11.07

EL HOMBRE DEL MEDIO


Al término del discurso de presentación de su último libro y tras largos aplausos, el autor envía a su agente (situado a su derecha), una secreta señal que indica el momento de pasar a las preguntas.

Se da paso a las preguntas.

Uno de los asistentes de la primera fila (el editor) habla:


—Señor Finn, tengo de decirle que ya he terminado de leer los mil quinientos ejemplares de su último libro pero no sé dónde los he dejado, razón por la cual me ha sido imposible releerlos. ¿Para cuándo su próximo libro?
—Para hoy.
—Gracias, ¿se lo puedo comprar ya? Si no le importa voy a ir enganchándolo cuanto antes con esto (un gancho de carnicería soldado a un cable que parece estar anclado en algún lugar de su cadera). Esta vez quiero tener la posibilidad de releerlo. ¿Cuánto cuesta? ¡Le doy mil!

El señor Finn piensa que es un buen momento para ponerse su traje de Super Normal. El baño parece el lugar más indicado para llevar a cabo esa operación.

"¿Me disculpan un instante? He de ir al baño a hacer una cosita que no les puedo decir. Si cuando vuelva no notan nada raro (que es lo más probable), prosigan con sus preguntas y con sus vidas, no es necesario que malgasten su energía en intentar saber que pasó."

La empresa de catering había instalado aquella la mañana un retrete portátil en medio de la sala, en el pasillito que separa el público asistente del estrado.

Finn abre la portezuela de plástico de color verde oscuro, entra y cierra por dentro. Se escuchan ahogados murmullos entre la concurrencia que pronto se extinguen. Los fotógrafos hacen fotos. Quienes habían estado tosiendo, dejan de toser. Una bombilla parece parpadear en el techo durante unos instantes.

Durante un silencio prolongado se oye

ruido de monedas,
rumor de ropaje,
pies descalzos que golpean el suelo a intervalos irregulares,
(como si (él) se subiese a algo y volviera a bajarse varias veces)
sonido de cisterna,
hebilla de pantalón tintineando,
un grifo que se abre y se cierra,

un mecanismo que produce un fortísimo estallido metálico (el público asistente agacha instintivamente las cabezas).


La puerta se abre, y Super Normal sale del retrete portátil dirigiéndose a la tarima mientras se ajusta la chaqueta azul marino de Zara. Se sienta en su silla, bebe un poco de agua y continúa sucediendo.


Super Rara se hallaba al final de la estancia, suspendida en el aire a unos dos metros del suelo y un poco en diagonal con respecto a las paredes. Parece señalar algo con el dedo. De pronto, dice esto en un tono bien audible:

"sèver la ogid ol otsE. Esto lo digo al derecho. Se me ha caído una cosita al suelo y me gustaría mucho que el hombre del medio la recogiese con la lengua y me la entregase también con la lengua. El suelo está limpio de hoy, no se preocupen ustedes".

El agente situado a la derecha de Super Normal, aclara:

"Antes de que se produzca un acto sexual hondo, encendido y sincero, quisiera hacer una pequeña aclaración, aunque no encuentro los términos adecuados. Así pues, lo diré en los términos inadecuados: ¿podrían dejarlo todo en este punto hasta que yo vuelva del baño?, créanme que no me puedo aguantar más. Pero todo esto me interesa tanto que no quiero perdérmelo. Vengo enseguida".

El jefe de prensa sentado a la izquierda de Super Normal hace una sugerencia:

"Yo propongo que continuemos con todo este asunto en el interior del baño. A mí también me han entrado ganas. Quizá la mujer del fondo quiera acompañarnos".

Super Normal concluye:

"He estado en ese retrete hace un momento y por lo que he podido observar, la única manera de agruparnos en el interior del habitáculo sin sacar ningún miembro fuera del mismo, consistiría en formar una X con los cuatro cuerpos".

Todos consintieron.

El retrete portátil se desmontó al día siguiente.