DÉJENME QUE LES DIGA ALGO

El Dr. Cabesbuerces hace su entrada en el hall del Hotel Continental entre disturbios y aguaceros. El coronel Radock le espera con impaciencia desde su sillón del fondo norte espolsando los últimos rescoldos de su pipa en un compartimento lateral de su cartuchera militar. Cuando levanta la mirada se sorprende al observar a su compañero de situaciones insólitas sentado en un sillón prusiano situado justamente enfrente de él, lo cual hasta ahora no había dejado al parecer señal alguna en su sistema perceptual.
Habla Radock
—No le esperaba tan repentinamente, ¿dígame, desde cuando está usted aquí?
—Desde que le saludé al llegar usted hace una hora, y al verle tan metido en sus faenas decidí esperar a que restableciese su atención periférica.
—Cuánto lo siento, discúlpeme, permítame invitarle a un Armagnac…
—Ya he pedido su segundo armagnac, he de decirle que el primero lo despachó con extrema celeridad, también me aceptó un habano y un pañuelo con pajaritos, ¿qué fue de ellos?
—Créame si le digo que no recuerdo nada de lo que me dice.
—¿Lo está diciendo ya (el decirlo)?
—Sí.
—Es comprensible, no se preocupe lo más mínimo, me hago cargo de esta situación cada vez que se produce. Si le parece vamos a la cuestión que me ha traído aquí.
—Sí, el emperador sigue encerrado en su torreón inexpugnable toda vez que la guardia ha sido retirada ante la imposibilidad de acceder al torreón por parte de nadie. La munición se acaba y también nuestra resistencia. No nos queda otra opción que recurrir a métodos “alternativos”, ¿se ocupará usted del asunto? Huelga decir que sus honorarios son decisión suya como de costumbre.
—Sí, ya está todo hecho, no tiene nada más que salir a la calle para comprobarlo.
Radock quiere salir a ver qué pasa, pero observa con sorpresa que de camino a la salida siente un irreprimible impulso de sentarse en las rodillas del Dr. Cabesbuerces, cosa que acaba haciendo con la mayor naturalidad, lloriqueando un poquito y sintiendo que efectivamente ya no es necesario salir a ningún sitio para hacer ningún tipo de comprobación.
Radock de nuevo
—Ha vuelto a hacerlo, ¿cómo lo hace? (entre sollozos).
—Muy sencillo coronel (el Dr. Cabesbuerces limpia con delicadeza los moquitos al coronel con un pañuelo vacío), se da la circunstancia de que esta vez sí puedo darle una explicación acerca de la resolución del enigma usando el sistema racional vigente.
EL ENIGMA
1. El emperador se encerrado en un Torreón inexpugnable.
La sensación de conflicto es una tapadera intelectual creada colectivamente con el fin de eludir el tema principal: realmente no está pasando nada malo.