19.5.10

VICTOR OLSON VISITA A LOS VISITANTES


“La verdad es que estoy muy sorprendido, pues nunca había sido abducido, lo cual siempre me pareció cosa de literatura fantástica, y aquí estoy, en esta nave luminosa de interiores despejados y tan escasamente ornamentados, tumbado en esta fría camilla metálica frente a un muñeco alien inmóvil y circunspecto.

Pero si no te importa prefiero incorporarme y charlar un rato contigo, a ser posible sentados los dos, aunque observo que no hay sillas ni nada parecido en este… ¿quirófano galáctico? Así que deja tus herramientas y fluidos fosforescentes y atiende un momento:

Lo primero, si no te parece mal, voy a restablecer la motricidad a mi cuerpo porque esta sensación de inmovilidad involuntaria es muy incómoda y no facilita la comunicación.

Lo segundo, no me puedo quedar mucho tiempo, pues tengo que ayudar a mi hijo con la construcción de un precioso jardín botánico aprovechando el hueco de la escalera que da al piso de arriba de mi casa, pero te prometo volver en cuanto tenga una tarde disponible”.

El muñeco alien, viendo cómo el muñeco humano abducido se incorporaba de la camilla sin el menor esfuerzo con la intención de acercarse para abrazarlo, rotó 180 grados sobre su eje y desapareció velozmente atravesando un panel luminiscente situado al otro extremo de la habitación.

Tras unos instantes en los que sólo se oía un zumbido de fondo semejante al de una afeitadora con escasa batería, surgió de un orificio circular que se abrió en el suelo, una figura femenina desnuda que permaneció unos instantes en el centro de una plataforma cilíndrica giratoria. De esta manera pude observar desde todos los ángulos su pequeña figura, indistinguible de una mujer de rasgos occidentales cuyos ojos parecían estar fijos en algún punto por encima de mi cabeza.

Una cortina de filamentos de luz se elevó dejando a la mujer frente a mí.


En ese momento me saca la lengua dos veces y hace un ademán con su mano señalándome un lugar en el suelo.

—¿Quieres que nos sentemos en el suelo? —le dije—, estupendo, y me senté en el suelo.

Ella permaneció de pié, me sacó la lengua otras dos veces y de un salto se acopló a mí hincando sus talones en mi espalda y comenzó a besarme tal y como lo haría una batidora industrial, en ese momento temí perder varios dientes en el proceso.

—Un momento, para un poco cielo, ¿cómo te llamas?

—Soy módulo extractor Axión Dulce, ¿te gusta que estoy yo aquí?

—Sí, me gusta que estés aquí, pero preferiría que dejáramos las extracciones para otro momento, ¿no tenéis algo para tomar parecido a una infusión de roibós con galletas?

—Toma.

Y depositó un antakarana plateado entre mis manos diciendo lo siguiente:

“Sin darte cuenta te has dado cuenta, somos la última ilusión… ya estás en casa”.

5 dijo:

Anonymous Anónimo dijo...

¡Hale, pues ya está!

...y le ofreció un té mientras besaba su la frente.

16:53  
Blogger Onomatopeya dijo...

Como si de una madalena de sexo convexo se tratara, hice ademán de mojar en el té el antakarana depositado en mi mano, sin percibir la gelidez del acero quirúrgico del que estaba hecho, mientras la figura femenina me acariciaba el pelo.

23:33  
Blogger fran rubio dijo...

Dudaba entre el escepticismo y la entrega, hasta que supe que era la verdadera ella, ¿dónde has estado todo este tiempo? le pregunté al tiempo que admiraba los colores holográficos de sus contornos...

23:26  
Anonymous carmenmalvi dijo...

¡Aja! Sabía que el de las galletas eras tú.

23:32  
Blogger Onomatopeya dijo...

-He estado ensoñando.
Me pareció oírle decir.
-Pero eso no importa ya. Lo que importa es que ya estamos en casa-
repitió.
-¡Y no me admires así!.
Aquí ya somos iguales- añadió.

12:36  

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