29.6.08

SOBRE LA TRASMISIÓN DEL CONOCIMIENTO


EL SEMINARIO. Junio de 2008.

Sr. Zárate, no era una boda pero lo parecía. Y no a causa de su vertiente folklórica (excepto en los momentos a la vez más brillantes), sino por su cualidad de celebración, de enlace entre materia y espíritu, quién lo iba a decir, de la apertura de las conciencias y de la posibilidad cada vez más probable de que la vida sea por fin un juego. El Gran juego.

La generosidad en la trasmisión del conocimiento es un acto de amor, y así fue recibido. Las frecuencias más sutiles se activaron y nuevas cadenas sinápticas fueron adecuadas a los requerimientos del nuevo mensaje, aunque al cabo nos damos cuenta de que es el mensaje de siempre, aquél que nos fue trasmitido desde los orígenes. Aquél que siempre estuvo disponible para quien quisiera escucharlo.

Cuando la trasmisión es bidireccional, se genera una fiesta de resonancias que facilita la comunicación de tal manera que el ser humano da lo mejor de sí mismo sin apenas esfuerzo. El entusiasmo aparece de nuevo y esta vez ya no amenaza con abandonarnos, ahora sólo queda expresar lo que somos. Las fórmulas son infinitas, pero la excelencia es una.

Sr. Zárate, el chamanismo tiene muchas caras, como el mercado. Estoy de acuerdo con tu alergia a la palabra gurú, alergia que de algún modo comparto, aunque como todas las palabras tan solo son indicadores de la cosa real. Pero un chamán sencillamente es un hombre de conocimiento. Alguien que ha decidido investigar por sí mismo la realidad, al margen de las verdades históricas, verdades que “todo el mundo sabe”, o verdades como puños. La única verdad es la que uno conoce a través de la autoindagación. Lo que nos han contado, lo que se a dado por bueno o por malo está muy bien, pero permítanme comprobar por mí mismo su validez.

El espectáculo de ver en acción a quien ha llegado a la Comprensión por sus propios medios, es comparable al espectáculo que nos proporciona el movimiento de los cuerpos celestes o la creación de una nueva estrella. Las fuerzas de la naturaleza operan de igual modo allí fuera que aquí dentro.

Sr. Zárate, mi más sentido agradecimiento por haber decidido compartir tu conocimiento con nosotros ahorrándonos de paso los trámites más elementales, los errores más comunes, las torpezas más frecuentes, es decir todo la paja innecesaria que ralentiza el aprendizaje. Una vez comprendidos los fundamentos y con todas las herramientas disponibles, las "hostias como panes" ya sólo son cosa de cada cual. No hay excusas: o aprender o apagarse como una vela sin cera.

En definitiva Sr. Zárate, al margen de que seas o no consciente de encarnar esa rara mezcla entre espiritualidad y pragmatismo, tu chamanismo devenido en acción nos ha convencido y nos ha tocado el corazón.

Y con el corazón tocado, he sentido como nunca la cercanía de todas esas personas que como yo estamos dispuestos a dar lo mejor de nosotros mismos para seguir creando esta increíble realidad.

15.6.08

MI PADRE EL MÉDICO DE LA RISA (Cuento lemuriano)



Mi padre fue un médico especializado en enfermos terminales a quienes se dedicaba a hacer reír hasta que la muerte por risa sustituía a la muerte por cualquier otro motivo.

Su método era sencillo en concepto y aplicación, aunque complejo en identificación para quien lo ha visto operar sin encontrar motivo alguno de hilaridad como resultado de su operativa, por más que las muecas y las carcajadas de los pacientes momentos antes del último estertor devolviesen una y otra vez la imagen clara y contundente de alguien que incuestionablemente se estaba muriendo de risa.

Dicen que poseía la facultad de leer en sus pacientes aquél secreto último que las personas se llevan consigo a la tumba, aquél que nunca ha sido desvelado, el último tesoro, el pequeño misterio doméstico. Entonces, a la manera de un tahúr búlgaro, cambiaba de lugar el objeto mental con respecto a su paisaje sin que ya nadie pudiese saber dónde se encontraba aquél con respecto a éste. Entonces la atención se desplazaba hacia quien atendía y de pronto la atención desaparecía.

“¡Atiendan!” solía gritar mi padre de una manera tan súbita que un calambre recorría las cervicales provocando por resonancias internas la desaparición de todo rastro de seriedad...

Yo mientras tanto me entretenía en observar aquella lámpara turca de la sala de espera en la que nunca había nadie esperando, si me exceptúo a mí mismo.

Su sala de operaciones era una habitación de techos altísimos. Había comprado el piso de arriba con el fin de quitarle los suelos, cosa que hizo en una sola tarde ayudado por un amigo suyo, un fontanero militar con conocimientos de espionaje doméstico y albañilería...

Nunca me olvidaré de ese espacio tan bien iluminado, cuyo acceso me estaba vetado salvo raras excepciones: "No tengas tanta prisa por ver lo que hago" solía decirme cada vez que le pedía quedarme a ver alguna de sus intervenciones, "hay cosas que sólo se pueden comprender en el último momento, nunca antes".

De todas formas, en alguna ocasión lo veía todo desde un agujerito en el techo del segundo piso, y sin embargo nunca logré entender qué es lo que les hacía tanta risa, pues él a menudo se mostraba muy serio y apenas se movía de su sillón emplazado en mitad del recinto, un lugar desprovisto por lo demás de cualquier tipo de mobiliario, con la salvedad del sillón y unos enormes baldes de goma colocados boca abajo en donde hacía sentar a sus pacientes de dos en dos.

La luz de los focos emitía luz naranja, mi padre esperaba a que se hiciese el silencio más absoluto, y comenzaba a hablar. Yo no podía oír nada desde allí arriba, ¿qué les diría?

LO QUE LES PUDO DECIR

Sale por sorteo la posibilidad 712 de entre las infinitas posiblilidades.

Posibilidad 712

"Los baldes, al ser tan blandos en conjunción con su forma de cono truncado, carecen de estabilidad, por lo que tendrán al principio dificultades para mantener sus posturas, pero traten de no caerse, pues tendríamos que empezar de nuevo. Ahora la enfermera les traerá unos vasos de agua que beberán sin tragar manteniendo el máximo líquido posible en sus bocas cerradas y con los carrillos inflados al límite de su extensión. Procuren no reírse."

11.6.08

PERDIDO EN EL TIEMPO


A. Creo que me he perdido. He venido de otro marco temporal y me temo que no sé cómo volver, ¿podría usted ayudarme?

Lo último que recuerdo… es lo que sucede ahora. ¿Qué sucede, me lo puede usted decir? Yo no lo sé, pues no tengo todavía la suficiente perspectiva. Quizá usted, al llevar más tiempo en este marco temporal me pueda decir si es lo normal sentirme como si me hubiesen depositado envuelto en pañuelos en la puerta de una iglesia. Acójame, se lo ruego, sólo hasta que recupere la raigambre.

B. Se halla usted en una pauta correctiva. Tiene que saberlo porque si se permite creer que los impulsos pueden existir por sí mismos sin su contrapartida la corrección, se verá a sí mismo caducándose paulatinamente.

Así, lo que parece una larga agonía, no es más que un respiro antes de continuar con la alternancia, cosa que sucede de todas maneras, pero no se preocupe pues se trata de una alternancia cuya tendencia se mantiene sobre una directriz fuertemente alcista. Lo que usted ya experimentó no tiene por qué volver a experimentarlo si no es ese su deseo verdadero. Antes de tirar la toalla considere una cosa: puede que no haya corregido todavía el 62 por ciento de toda la subida anterior. Aproveche este tiempo para consolidarse en su auténtico valor.

C. La C casi siempre tiene volumen.

3.6.08

¿DE DÓNDE VIENE PULGARCITA?


“Me gusta divagar por el monte
mientras las susinias florindan en sus laderas...”
(Super Rara contando un cuento a niños).

Disculpe,
¿no es usted Pulgarcita, años después,
lejos ya de los bosques,
e instalada en el mundo de las cosas contemporáneas?

Me presento, soy el leñador que siempre andaba también por aquellos bosques, vea mi barba pelirroja, mis botas, mi sombrero, mi camisa de cuadros, mi hacha y mi pequeño conejo asomando la nariz por el bolsillo del morral.

En cualquier caso permíteme mirarte a los ojos un rato,
mi querida nevalinda de los bosques.
El tiempo justo antes de que se me fundan las retinas…