12.4.06

PORQUÉ ELEGIMOS A NUESTROS PADRES Y UN POCO MÁS DE MIEDO



La responsabilidad es nuestra. Y de nuestros padres. Y también de los millones de hijos que desciendan de estas extrañas relaciones. Los espacios angostos de cuando los niños eran transportados a través de los pasillos con un sistema de poleas "Sinmark", han devenido otros espacios, quizá más angostos, es lo de menos. Aquellas cintitas azules anudadas al pelo o a la ropa, ahora son correas que, con la debida presión, nos asfixian hasta la inconsciencia y las alturas alcanzados con aquellos columpios que chirriaban tan deliciosamente, se han convertido merced a los sucios deseos de nuestro criterio inconsciente, en siestas interminables porque queremos seguir durmiendo el sueño de los desesperados, de los que eligen seguir muriendo en vida, esa apestosa mancha, ese vómito del ego al cubo cubista que está como una cuba.

Paremos esto. La culpa que hemos depositado en nuestros padres es una palabra mal dicha y a destiempo. El tiempo es siempre tiempo pasado, es la momia a la que estamos abrazados, la justificación de nuestras miserias. Pero todo esto no es otra cosa que la gran mentira que estorba nuestra visión hasta el punto de no ver nada si exceptuamos un puñado de luces y sombras.

Nosotros escogemos a nuestros padres antes de nacer físicamente (otro día os cuento como es eso). Decidimos sus frustraciones, sus vidas estrechas o en forma de tubo, sus buenos o malos resultados, sus verdades a medias dichas con la boca pequeña, sus defectos físicos, sus olores, sus momias que son las nuestras, luego las encerramos en armarios llenos de trastos y de muñecas siniestras que se nos caen encima en cuanto abrimos las puertas, situación que curiosamente siempre nos pilla solos (¡qué miedo, que miedo!)

¿Que es mejor, seguir durmiendo la siesta del burro y quejarnos agriamente en cuanto abrimos un ojo, o transformar toda esta basura por un poco de oservación sin juicio, sin condena, sin pira expiatoria, sin brujas asadas en El escorial?
El problema es que pensamos que hay problema, y pensamos que hay problema porque el pensamiento es nuestro gran problema. El pensamiento, cuya sustancia es el pasado, nos aleja de la experiencia directa donde no existe ni juicio ni condena. Es el regalo que hacemos a nuestros padres: trascenderlos, ir más allá de lo que sus limitaciones les han permitido.

La Historia no existe, la ha creado el pensamiento.
Solo existe la experiencia, que se funde con el que experimenta. Es el fin del observador, el último rescoldo de nuestro viejo ego que implora clemencia. El famoso salto cuántico para quien necesite una coartada científica.

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Por cierto, ¿qué ha sido de la gripe aviar?

1 dijo:

Anonymous Anónimo dijo...

Un día bajé a la tierra.
Quería probar las cosas de los humanos. Quería cobijarme bajo una manta un gélido día de invierno, empaparme salvaje en una tormenta de verano, dejarme caer exhausto sobre la cama y dormir,inconsciente, el sueño de los justos, reír hasta reventar con amigos y compañeros de fatigas, fundirme en las notas de una canción que tantas veces me hubiera robado el corazón, respirar la noche, cabalgarla, estar durante horas en un cuadro de Chagall, y,por encima de todas las cosas, hacer el amor. Hacer el amor con la luna, en las ciudades, en lo alto de una montaña, conmigo, con todos, con un hombre y una mujer, sentir los deleites de un cuerpo cálido, vivo, un cuerpo que se estremece con una caricia o se retrae con un sobresalto, que contiene mil universos en sí mismo,un cuerpo que es y expele química. Quería sentir esa química reaccionando a mi contacto. ¿Cómo sería?, me pregunataba. Fascinante, seguro, me repetía una y otra vez.Tiene que serlo. Embriagarse de sensaciones noche y día, de olores, sabores y texturas cada segundo. "Sin embargo, los ángeles no tenemos cuerpo físico, lo hemos trascendido, no lo necesitamos. El cuerpo físico trae consigo sufrimiento, los hombres se convierten en esclavos de sus sentidos. Es un juego peligroso, aquí arriba estamos a salvo de las torpezas de los humanos." Esto me repetía sin cesar un alma muy parecida a la mía que me frecuentaba por aquel entonces. "Ah, pero tiene que ser maravilloso sentir, llorar como el príncipe feliz de Oscar Wilde, llorar de emoción y explotar de amor, vivir el sueño de una noche de verano, bramar de ira, languidecer de nostalgia, tocar las hojas de un libro, beber de sus páginas, embriagarse de vino y poesía como los héroes y poetas que murieron por sus pasiones ".- le respondía yo-. "Quiero bajar al mundo de los humanos, donde un cuerpo es un vehículo para dar y recibir amor.Será maravilloso.Sacrificar mi inmortalidad por un poco de amor, sin importarme el sufrimiento de andar cada día sobre cristales que cortan mis pies a cada paso. Esa clase de amor... Lo daría todo por una felicidad así."
Sí,quería sentir, sentir, sólo eso.
Mientras un suspiro me invadió y de repente, empecé a pensar.... A pensar...Nunca antes lo había hecho, curioso acto,travieso como unas cosquillas. Justo en ese momento en el que fui consciente bajé a la tierra. Entonces seguí pensando. Pensé y anhelé, anhelé y deseé, deseé y poseí, poseí y ambicioné, ambicioné y envidié, envidié y volví a pensar, cada vez con más ansia, con más frenesí. Mi cerebro era una máquina que cada vez iba más rápido. Pronto escapó a mi control. Lo que al principio eran unas leves y traviesas cosquillas se fue convirtiendo en un incómodo ruido en mi cerebro. Sin darme cuenta empecé a olvidar. Olvidaba el mundo de las ánimas del que provenía y seguí pensando. Olvidar...curiosa palabra, si la repites hasta el paroxismo, se vuelve extraña. Seguí olvidando, incluso olvidé lo que había olvidado hasta que me sumí en un estado de completa ignorancia. Un velo cubría mis ojos...
Ahora vago por una tierra desconocida y extraña. No recuerdo mi nombre, mis orígenes ni mis alas, pero sufro por algo que perdí, sin saber muy bien qué es. Los placeres de los hombres me dejan vacío,y los propios hombres me son hostiles. Sé que provengo de otro sitio, pero no consiguo recordarlo,no sé el camino de vuelta a casa. Son un extranjero en esta tierra y no recuerdo siquiera porqué vine. Ruego poder recordar y volver al cero, como el loco de las cartas del tarot,desprovisto de equipaje. Quiero retroceder y volver a mi estado primigenio, descansar en paz, volver la espalda a este árido mundo. Quiero regresar para volver a mirar abajo y anhelar de nuevo el mundo de los cuerpos para experimentar placer. Esta es mi rueda, esta es mi condena, mi samsara, mi idaho privado, mi pequeño y eterno infierno sin fin.

06:25  

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