LA BUENA SUERTE
La buena suerte es una ciencia exacta. Basta con alinear el resultado con el deseo. Si yo busco monedas de oro de Babilonia por el suelo y me encuentro colillas constantemente, lo único que tengo que hacer es buscar colillas ¿Qué más dará que se trate de una cosa u otra? Todo es una creación de la mente. Y las mentes de este planeta han consensuado una descripción del mundo como un despliegue de cosas que producen sensaciones. A las cosas le ponemos nombres, lo que reduce nuestra experiencia con las cosas a una experiencia con las palabras que representan las cosas. Una vez definida una cosa pensamos: “Ya sé lo que es. Cuando la vea muchas veces me aburriré de tanto ver una cosa que ya sé lo que es. Que asco de vida.” De esta manera es imposible saber qué cosa son las cosas.
Y ya que nuestra relación con el mundo es fundamentalmente semántica nos convertimos en seres con mucha suerte, solo que no lo sabemos. De saberlo, no tardaríamos ni un suspiro en cambiar favorablemente los significados de las cosas y automáticamente estaríamos viviendo otra vida. Una vida afortunada, quizá un poco virtual, pero no menos virtual que la vida que vivimos.
Quien ha tenido una experiencia directa con el mundo, sin definiciones, sin comentarios, sin buscar significados, librándose de la pesada carga de tener que entenderlo, sabe que por fin ha recogido su premio. En ese momento el resultado y el deseo ya no importan. La existencia ya no pesa.
Ahora viajamos flotando, sin rozamiento de ningún tipo. Una pájaro con muchos colores y de vuelo majestuoso ha anidado en el árbol muerto. Pero no está muerto. Solo está catalogado como: “Árbol que se ha secado porque el terreno carece de nutrientes y porque además no llueve”.
Qué bien vamos yendo
Y ya que nuestra relación con el mundo es fundamentalmente semántica nos convertimos en seres con mucha suerte, solo que no lo sabemos. De saberlo, no tardaríamos ni un suspiro en cambiar favorablemente los significados de las cosas y automáticamente estaríamos viviendo otra vida. Una vida afortunada, quizá un poco virtual, pero no menos virtual que la vida que vivimos.
Quien ha tenido una experiencia directa con el mundo, sin definiciones, sin comentarios, sin buscar significados, librándose de la pesada carga de tener que entenderlo, sabe que por fin ha recogido su premio. En ese momento el resultado y el deseo ya no importan. La existencia ya no pesa.
Ahora viajamos flotando, sin rozamiento de ningún tipo. Una pájaro con muchos colores y de vuelo majestuoso ha anidado en el árbol muerto. Pero no está muerto. Solo está catalogado como: “Árbol que se ha secado porque el terreno carece de nutrientes y porque además no llueve”.
Qué bien vamos yendo
5 dijo:
La buena suerte no tiene que ver con el deseo (gran error),sino con el bienestar (genérico). Es estúpido buscar monedas u otras cosas en lugares donde no las hay e igual de estúpido es conformarse con las colillas.
¿No será mejor echar un vistazo a nuestros alrededores y tomar de ellos lo mejor que tienen y de "lo" que hay?
La buena suerte es encontrarse con/en alrededores que ofrezcan buenas cosas(genérico). De nosotros dependerá descubrirlas y elegirlas.
... y si hay que barrer las colillas, se barren ...
Contesto al "anónimo" anterior: Interesante reflexión aunque alejada del propósito del texto. No es intención de quien escribe dar recetas para tener buena suerte, sino llamar la atención sobre cómo parece funcionar la mente cuando percibimos algo. La diferencia entre una moneda de oro y una colilla la marca una particular manera de ver las cosas dependiendo de los intereses sociales e individuales y de nuestro afán de dar contenido ideológico a todo lo que percibimos. Mi propuesta es desvincularnos de toda la parafernalia linguística y organizadora de la realidad para poder establecer contacto directo con lo que es. Cuando eso ocurre, la buena o mala suerte no tiene la menor importancia. Y lo mejor y lo peor deje de tener sentido. Una visión exclusivamente psicilogista de la experiencia de la vida a mi modo de ver es insuficiente, como lo es el dualismo que impera sobre todo en occidente, pero cada uno es libre de escoger uno u otro camino, todos son respetables aunque ninguno conduce a ninguna parte. Todo está aquí ya.
¡Claro que se entiende que cada cuál engancha la realidad a "su" manera!. Pero esa realidad está aprendida subjetiva y culturalmente y esto nos condiciona inevitablemente.
Entiendo (aunque puedo no estar en lo cierto) que la propuesta es la de "ser/sentir en sí".
Paradoja, sólo palabras...sólo actos de significado.
Liberador, ayuda a disfruatar, como siempre, Gracias.
Gracias a ti, martinleiton, tu presencia es reconfortante y cómplice.
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