TODA LA VERDAD ACERCA DEL PURGATORIO
Un imitador de Super Normal (de los buenos) tras finalizar una gala veraniega recoge sus cosas y se marcha del recinto. Ha sido una actuación verdaderamente agotadora ante un público hosco, desconfiado y escaso. “Tengo que mejorar” se decía mientras caminaba cabizbajo de regreso al hostal por un sendero que rodeaba un camping muy iluminado repleto de turistas extraordinariamente contentos. Estaba a punto de llorar un poquito cuando se vio repentinamente envuelto en una espesa bruma.
Se frota los ojos y cree ver a un señor con traje trepando por un árbol.
Se frota los ojos de nuevo y ve una gigantesca noria medio sumergida en el mar.
Abre y cierra alternativamente los ojos y comprueba que lo ve todo blanco independientemente de si sus ojos están abiertos o cerrados.
A continuación se oye un trueno lejano, después unas toses como de bebé, y termina apareciendo en mitad de un planeta desierto, un lugar donde nunca llega la noche del todo…
“Llevo 40 días vagando por el desierto, gracias a ello he tenido la oportunidad de comprobar la veracidad de esas historias sobre tubérculos llenos de agua enterrados bajo la arena, cactus, canales subterráneos, oasis… y de momento nada es cierto. Así pues, de momento me alimento de orina.
Parece que no estoy soñando (cuánto me gustaría estar soñando), pues no puedo estar soñando constantemente. Y si así fuera, ¿cuál sería la diferencia entre estar o no estar soñando?
Quizá lleve 40 días soñando por el desierto y ahora por fin esté despertando… en el desierto. En cualquier caso, ¿qué es eso?”
De pronto ante él ha surgido la siguiente escena: una mujer sentada en un taburete juega al solitario con unas cartas de correo ordinario que extiende ordenadamente sobre una mesa mientras come pistachos. Un vaso de vino reposa en la arena sobre una baldosa de cerámica brillante de color verde oscuro con vetas blancas. De pronto levanta la mirada y le dice lo siguiente:
—Has de saber querido visitante, que el espíritu de los desiertos vaga por los desiertos de igual modo que lo haces tú, ¿eres a caso el espíritu al que me refiero?
—Ni siquiera sé por qué estoy aquí, en este lugar tan árido, donde nunca se pone el sol del todo, ¿le importa que apoye mi cabeza en sus piernas mientras le hablo? Me estoy quedando un poco ciego con esta luminosidad tan mantenida, y ya que usted es mi última imagen dotada de contrastes, déjeme sentir su presencia, sólo hasta que me entre el sueño...
La mujer de los solitarios toma un poco de vino, cierra su último juego y le dedica una dulce canción mientras le acaricia la cabeza.
En ese momento el doble sol está a punto de rozar el horizonte cuando de pronto se gira y vuelve a elevarse de nuevo.
Se frota los ojos y cree ver a un señor con traje trepando por un árbol.
Se frota los ojos de nuevo y ve una gigantesca noria medio sumergida en el mar.
Abre y cierra alternativamente los ojos y comprueba que lo ve todo blanco independientemente de si sus ojos están abiertos o cerrados.
A continuación se oye un trueno lejano, después unas toses como de bebé, y termina apareciendo en mitad de un planeta desierto, un lugar donde nunca llega la noche del todo…
“Llevo 40 días vagando por el desierto, gracias a ello he tenido la oportunidad de comprobar la veracidad de esas historias sobre tubérculos llenos de agua enterrados bajo la arena, cactus, canales subterráneos, oasis… y de momento nada es cierto. Así pues, de momento me alimento de orina.
Parece que no estoy soñando (cuánto me gustaría estar soñando), pues no puedo estar soñando constantemente. Y si así fuera, ¿cuál sería la diferencia entre estar o no estar soñando?
Quizá lleve 40 días soñando por el desierto y ahora por fin esté despertando… en el desierto. En cualquier caso, ¿qué es eso?”
De pronto ante él ha surgido la siguiente escena: una mujer sentada en un taburete juega al solitario con unas cartas de correo ordinario que extiende ordenadamente sobre una mesa mientras come pistachos. Un vaso de vino reposa en la arena sobre una baldosa de cerámica brillante de color verde oscuro con vetas blancas. De pronto levanta la mirada y le dice lo siguiente:
—Has de saber querido visitante, que el espíritu de los desiertos vaga por los desiertos de igual modo que lo haces tú, ¿eres a caso el espíritu al que me refiero?
—Ni siquiera sé por qué estoy aquí, en este lugar tan árido, donde nunca se pone el sol del todo, ¿le importa que apoye mi cabeza en sus piernas mientras le hablo? Me estoy quedando un poco ciego con esta luminosidad tan mantenida, y ya que usted es mi última imagen dotada de contrastes, déjeme sentir su presencia, sólo hasta que me entre el sueño...
La mujer de los solitarios toma un poco de vino, cierra su último juego y le dedica una dulce canción mientras le acaricia la cabeza.
En ese momento el doble sol está a punto de rozar el horizonte cuando de pronto se gira y vuelve a elevarse de nuevo.
3 dijo:
El sol no descansa nunca entonces?
Y cuando la ilusión se desvanece…solo queda la realidad o cuando la realidad se desvanece…solo queda la ilusión????
Realmente que es ilusión y que es realidad????
Besos mil .
En ese planeta nunca anochece del todo, hay luminosidad todo el rato y nadie descansa.
Marisa, en la primera frase ya lo has dicho todo. Busca por la red el concepto "maya" (ilusión).
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