UN DIA EN LA MONTAÑA
He estado en el monte. Un día entero, hasta bien entrada la noche. Un acto de intimidad con la tierra y todos sus personajes silvestres. He permanecido sentado mucho rato en el mismo sitio, entre las flores, frente a formaciones rocosas indescriptibles, en el santuario de las águilas.
Me imagino los primeros homínidos sentados en una piedra observando con sus mentes vírgenes cómo transcurre un día, con sus cambios de temperatura, de luz, sus olores, texturas, formas todavía no catalogadas, sonidos todavía todos nuevos, la gran fiesta del campo y todos sus bichos; un enorme abejorro se posa un instante en mi brazo para enseñarme su trofeo: una hermosa merienda en forma de mariquita; mariposas de increíbles colores que se dejan acariciar, árboles dibujados por el viento, los colores derramados hacia el valle, verdes, violetas, amarillos, fucsias, sienas, ocres, bermellones, también colores oscuros indefinibles...
Estar sentado en cualquier sitio, andar un poco, escuchar el espacio, escuchar el secreto de un árbol, observar el vuelo de un águila negra blanca y miel, en círculos, muy cerca de mí, sabedora de mi presencia y de todos mis detalles.
Cuando va llegando la noche me doy cuenta de que nada empieza y nada acaba, todo va siendo como es.
Del individuo que ha subido a este maravilloso lugar, solo queda una sombra perdida entre las sombras, quien quiera que yo sea, he llegado a casa
1 dijo:
lAS FOTOS SON UNA MARAVILLA.
Publicar un comentario
inicio