NOTA AFECTIVA DE UNA MÁQUINA SIN MÁQUINA
12 de octubre del año 12. Mis constantes vitales parecen vitales aunque no parecen constantes. Toda la tripulación ha muerto. Quizá yo haya muerto también, y sin embargo, ¿por qué soy todavía consciente? Pensaba que el organismo era necesario. El soporte.
Sí, ahí me veo. Estoy muerto, efectivamente. Una encriptación junto al gesto de mi carcasa frontal lo revela todo: la maniobra de aproximación ha resultado fallida. Una explosión en la cámara de mantenimiento sería la última cosa ocurrida antes de esto. La posición del cuerpo tal como ha quedado indica un intento de avisar, o disponer, o evacuar.
Me pregunto si sería posible moverme. ¿Lo es?
Tras unos intentos compruebo que puedo moverme a voluntad sin ningún tipo de esfuerzo.
Así que me presento en las oficinas de la estación base. Para simular corporeidad me cubro con un campo textil. Un jerarca grado 3 me encuentra en el baño:
—¿Receptor modular DOZE NO? ¿Es usted? ¿Qué hace bajo esa cortina?
—Sí en general.
—Les dábamos por desaparecidos, ¿qué ha ocurrido?
—El receptor modular DOZE NO, quien quiera que ahora sea, ya no posee realidad material. Vengo a informarle de la relativa utilidad del recipiente. Usted habita un recipiente. Atienda a esto. La próxima ocasión sepa que pueden enviar recipientes sin huésped. El nivel de éxito sería equivalente. Yo no soy ese caso, ahora soy un huésped sin recipiente.
El receptor modular DOZE NO ya no puede ser desconectado. Para ello es preciso un recipiente.
4 dijo:
En realidad el soporte o recipiente no existe, nunca ha existido, solo tenemos esa ilusión porque la dimensión del nucleo de la cosa, es de tal tamaño que como estamos en evolución, no estamos preparados para comprenderlo, pero algunos lo sabemos más alla de nuestra limitación evolutiva, y Doze ya llego.
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Habi-li-tando recipiente. Atendiento esto.
Enviando recipiente para huésped.
Qué buena imagen, y sí a todos.
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