LA SESIÓN
Todavía con la pantalla en negro la sesión ya está siendo. Se oye música suave de piano, sonidos de bolsas de plástico, unas se abren, otras se estrujan, otras estallan, y otras se oyen muy poco, son como bolsitas diminutas para bebé o algo así.
Justo detrás una mujer suspira y un hombre bosteza, un niño le pregunta a alguien que sube por la escalerilla “cómo te llamas y a dónde vas”, luego un hombre suspira y una mujer bosteza…
La pantalla se ilumina, anuncios, ideología y marcas. Alguien tose.
Alguien sigue tosiendo, puedo sentir sus entrañas, sus contracciones y expansiones, sus sístoles y diástoles, un organismo con obstrucciones temporales en sus conductos respiratorios que busca con apremio en sus bolsillos, saca un caramelo, lo desenvuelve sin contemplaciones y se lo mete en la boca, sabe a melón, ¿seré yo mismo quien tose? Una frase aparece en mitad de la pantalla “Todo está conectado”. Sí, últimamente la estoy oyendo mucho, incluso se la oigo decir a quienes tradicionalmente han optado por permanecer desconectados… la película empieza.
Va de un tipo que tiene el ceño fruncido de tal manera que me resulta imposible saber:
si está enfadado,
o si está acatarrado,
o si es la propensión natural de sus ojos a juntarse,
o si es lo normal.
Como no puedo saber cuál de esas cosas es, decido retirar por el momento mi atención de ese personaje, al menos por la zona del entrecejo.
Unas personas pasan entre mí y los respaldos delanteros. Voy contactando con todas sus piernas y sus diferentes ritmos. El lío de piernas se convierte en un festival de sensaciones, el aspecto visual de la sesión pasa a segundo plano, un señor tropieza con algo y mientras cae le ayudo a sentarse encima de mis piernas. Le digo “sí, aquí es”. Él percibe que es cierto, hay un destello en sus ojos, pero aun así se incorpora súbitamente, se disculpa y se va. Me regala una canica.
El protagonista (incluso la zona de su entrecejo) va conduciendo un vehículo por una ciudad del futuro. Está todo oscuro y llueve. Las luces de la ciudad se reflejan en el parabrisas y no puedo dejar de mirar esos colores y formas. Ahora estoy viendo una película paralela en la que unos protagonistas protoplásmicos bailan hasta la extenuación, pero esta película dura poco, enseguida aparece UN PRIMER PLANO DE LOS OJOS DEL PROTAGONISTA muy abiertos y en la siguiente escena sale despedido por los aires tras una explosión. Su cuerpo emerge al cabo de un rato de una enorme burbuja de fuego y su cara avanza con expresión de estreñimiento emocional hacia el espectador. El espectador al que le ocurre eso está a mi izquierda quien me dice “sí, a mí me está pasando esto”, y se levanta, se desabrocha el abrigo y tira un enorme cuenco lleno palomitas de un manotazo, miles de palomitas salen despedidas hacia el espacio en todas direcciones… y cuántas cositas blancas como nieve cayendo sobre nuestras cabezas, cuántos figuraciones ascendentes y descendentes, cuántas maneras de expresar el movimiento a través de la forma… la alegría se instala en mi pecho y creo ver la transformación de algunas palomitas en pequeñas avecillas resplandecientes que vuelan hacia el origen de la luz, el ventanuco de la sala de proyección, hasta que acaban diluyéndose en el haz del proyector.
La siguiente escena es la siguiente:
Unos hombres vestidos de blanco con mascarillas dispuestos en círculo alrededor de una camilla intervienen quirúrgicamente un cuerpo semienvuelto en lona verde del que surgen muchísimos tubos y cables.
En una habitación contigua, un anciano sigue todo el proceso desde un monitor. Su expresión refleja conocimiento silencioso, calma y concentración. Está sentado en un sillón y empuña un bastón de madera y plata con incrustaciones minerales en la jirla del pomo.
Vuelve el escenario quirúrgico y advierto por la música que algo no va según lo esperado. Quizá sea la música lo que no vaya según lo esperado. El caso es que aquello que esperábamos no ocurre. Entonces el acomodador desde algún lugar remoto entre las barandillas del pasillo lateral exclama enérgicamente: “¡Y bien, qué esperan ustedes!”.
Ahora se puede ver en la pantalla el vuelo de un artefacto parecido a un helicóptero en forma de bolígrafo obloide que aterriza en una plataforma metálica en mitad de un desierto. Una comitiva de hombres uniformados aguarda en la periferia del círculo metálico. Primer plano de una mujer con una fortísima presencia. Parece la jefa de algo. Los 2 tripulantes del aparato bajan por una rampa holográfica. Uno de ellos se adelanta para presentarse, y la mujer que tengo sentada a mi derecha se disculpa por tocar mi codo con su codo. Le digo que "no se preocupe, estoy encantado de estar sentado a su lado, emite usted las frecuencias del heno y del jazmín, como el recuerdo de un largo y cálido verano en un lugar donde el miedo no existe, el espacio de la memoria más sutil, el canal interior que conecta todas las vidas posibles... así que gracias".
—Aquí le traigo a su hombre. No notará diferencia alguna con el original.
—¿Qué le hace estar tan seguro de mi falta de sensibilidad?
En este momento prorrumpo en estornudo, lo cual hace que no pueda oír la respuesta del científico. Y aunque probablemente esa respuesta no sea sino un momento vacacional e intrascendente en la trama, recurso a menudo utilizado por misteriosos realizadores que intercalan eventuales descansos como medida urgente para relajar el tono cardíaco del espectador quien en este instante se levanta para ir al baño pues acaba de identificar un espacio intrascendente y probablemente prolongado en la trama, que va a aprovechar sin prisas porque verdaderamente ya no se puede aguantar más pero es que tampoco quiere aguantarse. Prefiere seguir disfrutando.
La experiencia de ir al baño en mitad de una sesión forma parte de la sesión. Una parte que a veces se aborda con desasosiego y urgencia, y otras con gratitud. Cuando atiendo a todos los elementos que conforman la sesión, ésta pierde sus límites por la periferia. Todo está incluido.
La sesión sigue siendo
3 dijo:
"Si, aqui es" JAJAAJJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
¿como se titulaba la pelicula?
"La fuga de Logan II"
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