CALOR EN EL CORAZÓN
"El arte que no es instantáneo es arte no instantáneo" (adagio instantáneo)
EL DR. ALVERLO GRACIA, CONOCIDO OFTALMÓLOGO DE UNA LOCALIDAD RURAL NORMAL, CUENTA ESTE CUENTO A LOS NIÑOS DE LA COMUNIDAD CHINA, LA ÚNICA COMUNIDAD QUE ESCUCHA SUS CUENTOS.
Cuentan que ocurrió la siguiente historia:
Un señor a quien nunca nadie pudo ver bien la cara a pesar de no llevar embozo alguno, llegó hasta la plaza dorada y se sentó encima de la piedra ocre de su fuente. Al cabo, esto dijo:
“Me resulta casi imposible decir algo que no sea lo contrario al mismo tiempo.
Se me ocurre sólo lo siguiente: sino.
—¡Pero sino, es nosi al mismo tiempo, viejo tramposo! (niños subidos a los muros, cerdos, gallinas, comerciantes vociferantes, un fraile…)
El señor indefinido responde:
—Si. No.”
Se dice que nadie pudo pronunciar palabra alguna en muchísimo tiempo, durante el cual se comunicaron con campanas (cumpincamca). Parecían entonar esta canción:
Campana sobre campana,
y sobre campana, una.
La campana de la calle campana tañe once veces,
dos unos, religión 11…,
un bello número, una vibración binaria,
como el 2,
2 estrofas, 2 estribillos… etc.
La siguiente historia me la contó un caminante que iba en busca de quien lo buscaba a él. Busqui:
Desde la “habitación azul” de un acogedor hotel rural en los adentros del campo, llamado “La Casa de las Hijas del Médico”, se escuchaban tras los muros las múltiples frecuencias que emitían las infinitas variedades de campanas, campanillas y campánulas (esos gruesos cilindros de cobre que se tañen con rodillos muchísimo más gruesos, instrumentos folclóricos de percusión pesada habitualmente utilizados bajo los puentes) que los habitantes temporalmente enmudecidos de aquél lugar hacían sonar en un alegre estrépito. Curiosamente, el efecto resultante es en sumo agradable al oído y favorece el sueño prolongado.
Si. Decía que desde la “habitación azul” de aquella hospedería en la que tres ollas enormes con tres fuegos en su interior recibían al viajero de invierno en calurosa bienvenida, escuchaba todas esas campanas. Y de tanto oscilar en esas frecuencias redondeadas y consonantes, me perdí en un mar de talanes.
Y ahora os voy a regalar estas tiras de celofán para que construyáis en casa vuestras propias gafas de visión dorada.
El Dr. Alverlo entregó el celofán a los niños chinos, se lavó la cara en la fuente y se puso a hablar con alguien detrás de un árbol a quien nadie veía. La conversación transcurría divertida. De pronto, el oftalmólogo se queda quieto con la mirada fija en algún objeto situado en algún lugar indeterminado enfrente de él. Los niños chinos sonreían…
“Me resulta casi imposible decir algo que no sea lo contrario al mismo tiempo.
Se me ocurre sólo lo siguiente: sino.
—¡Pero sino, es nosi al mismo tiempo, viejo tramposo! (niños subidos a los muros, cerdos, gallinas, comerciantes vociferantes, un fraile…)
El señor indefinido responde:
—Si. No.”
Se dice que nadie pudo pronunciar palabra alguna en muchísimo tiempo, durante el cual se comunicaron con campanas (cumpincamca). Parecían entonar esta canción:
Campana sobre campana,
y sobre campana, una.
La campana de la calle campana tañe once veces,
dos unos, religión 11…,
un bello número, una vibración binaria,
como el 2,
2 estrofas, 2 estribillos… etc.
La siguiente historia me la contó un caminante que iba en busca de quien lo buscaba a él. Busqui:
Desde la “habitación azul” de un acogedor hotel rural en los adentros del campo, llamado “La Casa de las Hijas del Médico”, se escuchaban tras los muros las múltiples frecuencias que emitían las infinitas variedades de campanas, campanillas y campánulas (esos gruesos cilindros de cobre que se tañen con rodillos muchísimo más gruesos, instrumentos folclóricos de percusión pesada habitualmente utilizados bajo los puentes) que los habitantes temporalmente enmudecidos de aquél lugar hacían sonar en un alegre estrépito. Curiosamente, el efecto resultante es en sumo agradable al oído y favorece el sueño prolongado.
Si. Decía que desde la “habitación azul” de aquella hospedería en la que tres ollas enormes con tres fuegos en su interior recibían al viajero de invierno en calurosa bienvenida, escuchaba todas esas campanas. Y de tanto oscilar en esas frecuencias redondeadas y consonantes, me perdí en un mar de talanes.
Y ahora os voy a regalar estas tiras de celofán para que construyáis en casa vuestras propias gafas de visión dorada.
El Dr. Alverlo entregó el celofán a los niños chinos, se lavó la cara en la fuente y se puso a hablar con alguien detrás de un árbol a quien nadie veía. La conversación transcurría divertida. De pronto, el oftalmólogo se queda quieto con la mirada fija en algún objeto situado en algún lugar indeterminado enfrente de él. Los niños chinos sonreían…
5 dijo:
Kriu ki mi pirri. Verlel el culo por favor!!
Ki entren sin llamar. Asi asi.
(....) Estral.
Tenemos que hacernos con un buen surtido de campanas y campanulos de todos los klinges. glin glan..tilin tilin.
os mando a todos.....bueno, ni falta que hace, ya esta muy bién. uy uy uynnn uín uín.
Ese oftalmólogo tenía buena vista,desde luego y seguramente fue él quien difundió la difusión de esas gafas amarillas que tanto optimismo causaban.Las campanitas me da que pudiera ser un otorrino quien tb.las recetara a los bondadosos habitantes de ese pueblo.¿Puede ser así o incurro en error con aventurar dicha afirmación????.
Aún así es bonita esta entrada del día 13.
Seguramente habrá un otorrino residiendo en alguna de las covachuelas habitadas del montecillo que da a la ermita de la Virgen de la Cuesta. Esa zona está llena de artistas, profesionales de la salud y ermitaños místicos que conviven en agradable armonía
Yo conozco en un lugar muy famoso de la serranía de Málaga un sitio lleno de cuevas con hippis y artistas que viven en furgonetas destartaladas y viven ...del aire o de lo que surge,o de lo que les dan los montañeros y escaladores y la noche de fín de año hubo mucho ambiente este año...Me lo dijo Pérez...
... es un "lugar" muy cálido que llevamos dentro cada uno de nosotros.
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