12.12.09

TENGO MIEDO AL ERROR


“Herp Alberb, aun en su ausencia, aupa de una en una lavadoras Otsein con ayuda de

1. eunucos eurovisivos
2. tahúres eurovisivos."


No podría decirse que se trate de pavor, eso quizá sea excesivo. Excesividad es algo que en este caso no sucede, y no por nada sino porque al tratarse de miedo normal, todo exceso parece alejarse como buscando su residencia en otra parte, se diría que se ausenta sin más. Sin embargo he de añadir que la ausencia, aún en su ausencia, me resulta menos notable que la presencia, la suya concretamente. Bueno, no. Vale, vale, bien (eso me ocurre por pensar en cinco cosas simultáneamente).

¿Alguien puede parar esto? NO QUIERO IR A LA FIESTA DE LOS BAJISTAS. Pero tengo que ir, porque ¿cómo voy a hacer algo que contravenga la inercia del hermanamiento consensuado? Pensarían que soy un poco malo. Además ha venido un amigo muy chiquitín muy chiquitín desde muy lejos para el hermanamiento consensuado. Con toda su ilusión. Intentaré involucrar a algún pianista de todas formas.

Yo ya he estudiado. Esto debería de librarme del error, pero no es fácil mantenerse a salvo cuando tengo gente alrededor que amenaza con perpetrar errores. Hacen que parezca que yerro. ¿Qué les pasa, por qué hacen eso? ¿No se dan cuenta de que esa práctica sólo conduce al hastío?

¡Yo no yerro! ¿Es que no veis cómo estoy tocando?
(Yo sí yerro. A escondidas…
Espero que no lo sepan nunca. He ahí mi gran secreto).

Tengo la esperanza de que al menos no acabe cometiendo el error equivocado, lo cual provocaría en mí una incontrolable espiral de terror. Ya no podría estar a salvo en ningún sitio. Hasta los perros y las palomas correrían tras de mí calle abajo. Todo el mundo me señalaría con reprobación incluso desde lejos.

Disculpe, buen hombre, ¿eso de ahí arriba no es un culo? Está bien, no hace falta que conteste nunca, ya he visto por mí mismo que efectivamente lo es, y usted parece extraordinariamente ocupado. Puede continuar repasando mentalmente sus cuentas pendientes mientras pasea cabizbajo por la calle sin necesidad de atender a culos suspendidos en el espacio. Confío sinceramente en que las nalgas del culo que no ve, se mantengan discretamente apretadas por mucho tiempo. A pesar de eso, no creo que esa melliza propensión a la juntura cárnica sea suficiente para evitar que lo que quiera que haya ahí dentro no acabe saliendo a la luz en cualquier momento. Se dice que en los instantes previos se produce entre los animales un silencio ensordecedor que parece hallarse fuera del tiempo. Pero dejemos los culos.

También me gusta lo calentito, mullidito, sabrosito, osito mimosito, quiero mantenerme mucho rato en la chupación, y aunque no posea una gran lengua externa, sé que la interna, aunque casi me ahogue con sus voluptuosos volúmenes, ya se encarga de rellenar los espacios vacíos que van dejando las formas no imaginadas.

A veces me gustaría no estar tan despierto.
El disparate me excita y me adormece, ¿es eso acaso posible?